Se aprobó la nueva Constitución Política del Estado, y ahora los bolivianos entraremos a vivir, de manera paulatina, una sociedad evidentemente mejor que la que pudimos vivir desde que Bolivia nació a la vida independiente.
Será una época donde, de una sociedad desigual y marcadamente injusta, pasaremos a construir una sociedad más igualitaria, con la plena vigencia y, más aun, con una sustancial ampliación de las libertades y de los derechos humanos.
La nueva Constitución, entre otras cosas, garantiza la libertad religiosa.
En efecto, el artículo 4 del nuevo texto constitucional señala con claridad que “El Estado respeta y garantiza la libertad de religión y de creencias espirituales de acuerdo con sus cosmovisiones”.
Este artículo, entonces, acaba definitivamente con toda la sarta de mentiras que se fueron urdiendo en pasados meses y donde, con fines políticos, se insistía en que fe religiosa se vería coartada.
“Protege tu fe, vota por el No”, decía un slogan propalado por los medios de comunicación social, en tanto que otros vaticinaban una ola de represión contra las iglesias, principalmente contra la iglesia católica.
Lo importante de este punto es que ahora, con la nueva Constitución, todas las iglesias pasan a disfrutar de los mismos derechos en un plano de igualdad, y el Estado queda separado de la religión, lo cual es absolutamente positivo.
La nueva Constitución, de otro lado, garantiza la libertad de prensa.
Este es otro aspecto que fue manejado de manera política, con afirmaciones en sentido de que, con la nueva Carta Magna, la prensa vería restringidas sus tareas.
A propósito de ello debe citarse el artículo 106 de la nueva Constit6ución, que señala que el Estado garantiza el derecho a la comunicación y el derecho a la información y, posteriormente, el artículo 107 que expresa que los principios de veracidad y responsabilidad que se exigirán a los medios de comunicación social, se ejercen mediante normas de ética o autorregulación de las organizaciones de periodistas y medios de comunicación y su ley.
Los medios de comunicación social, tienen garantías absolutas para ejercer su trabajo.
Lo que ahora espera el país es que los medios de comunicación social privados otorguen garantís, a los ciudadanos, de que cumplirán un trabajo idóneo, y no manipularán más las informaciones con fines políticos como, en gran medida, lo vinieron haciendo hasta ahora.
La nueva Constitución Política del Estado, como otro aspecto fundamental de sus contenidos, anula la discriminación en el país.
Bolivia, lo hemos visto todos, es una sociedad con altísimos grados de racismo y discriminación.
Ese racismo y esa discriminación empezaron en la Colonia y luego se prologaron casi sin ningún cambio a lo largo de toda la historia republicana.
Está demás señalar que ese racismo y esa discriminación que sufrieron particularmente los ciudadanos provenientes de las naciones originarias, indígenas y campesinos, resultó un grave obstáculo para el desarrollo del país.
Esa situación de injusticia queda superada en el nuevo texto constitucional que, señala que todos los bolivianos, sin distinción de ninguna clase, son iguales y tienen los mismos derechos y obligaciones.
A propósito de este tema hubo voces, en los últimos tiempos, que decían que ahora los indígenas tendrán más derechos y privilegios que los otros ciudadanos.
Esa otra mentira, también propalada en las campañas políticas, queda desmentida en el artículo 13, que dice que “La clasificación de los derechos establecidos en esta Constitución, vale decir, derechos de los indígenas, mujeres, niños, hombres y personas de la tercera edad, no determina jerarquía alguna ni superioridad de unos derechos sobre otros.
En otras palabras, que ni los indígenas tienen más derechos que los demás, ni las mujeres tienen más derechos que los hombres, ni nadie tiene más derechos que nadie, y todos son absolutamente iguales.
Otro artículo esencial de la nueva Constitución, elimina el cuoteo judicial de los políticos.
Anteriormente, los cargos principales de la justicia boliviana, vale decir, de los componentes de la Corte Suprema de Justicia, del Tribunal Constitucional o del Consejo de la Judicatura, eran elegidos por los políticos de los partidos que actuaban en el Congreso Nacional.
Esos partidos, según las conveniencias de sus jefes, elegían por cuotas a sus candidatos y, una vez elegidos, los ponían a su servicio.
Por eso es que, hasta ahora, por ejemplo, Sánchez de Lozada no puede ser juzgado después de cinco años de su huida a Estados Unidos.
Y por eso es que muchas altas autoridades de los gobiernos neoliberales pasados, acusadas de graves delitos contra el Estado, siguen libres, con procesos detenidos y bloqueados, y hasta con procesos extinguidos o prescritos por el paso del tiempo, como son los casos de Alberto “Chito” Valle, o de Tonchi Marnkovi, o de muchísimos otros acusados de haberse apropiado de bienes del Estado.
Con la nueva Constitución, esas altas autoridades del poder judicial serán elegidos por voto popular y ya no por el Congreso, y por ello podrán actuar de manera independiente, sin tener que devolver favores a nadie.
Los partidos políticos ya no podrán, de otro lado, elegir autoridades judiciales imponiendo en los cargos a sus partidarios.
Por otra parte, la nueva Constitución protege los bienes públicos, castigando severamente a los funcionarios que se apoderen de los mismos y, no sólo eso, sino que determina la investigación de fortunas, de modo que funcionarios del Estado, enriquecidos súbitamente, deberán explicar de dónde sacaron sus fortunas.
Estas investigaciones, de acuerdo a lo señalado, podrán hacerse en cualquier momento, porque los atentados contra los bienes del Estado, no prescriben nunca.
Los indicados, como puede verse, son algunos de los aspecto, porque hay muchísimos más, algunos de los aspectos por lo cuales los ciudadanos que votaron por el Sí, deben estar seguros de que votaron muy bien.
Y los que votaron por el No, tienen que reflexionar sobre lo fallido de su voto, y asegurarse de no ser víctimas de nuevas campañas mentirosas de los medios de comunicación social, en futuras elecciones.
miércoles, 4 de febrero de 2009
El desequilibrio informativo del periódico El Diario
De manera absolutamente descarada, muchos de los medios de comunicación social privados de nuestro país, desarrollaron una campaña política induciendo a la población a votar por el No, en el Referendo del pasado 25 de enero.
Esas campañas las cumplieron de varias maneras, distorsionando las informaciones y acumulando notas que desacreditaban el nuevo texto constitucional.
El periódico El Diario de la ciudad de La Paz, fue uno de los que incurrió en esa violación de los derechos de la ciudadanía a recibir una información fidedigna y equilibrada.
Como un ejemplo de lo señalado se pueden mostrar las notas aparecidas en el señalado periódico, en la última semana previa al Referendo, contenidas tanto en su primera plana como en las páginas interiores destinadas a informaciones políticas.
Esas notas, que se presentan como informaciones, todas apuntan a desprestigiar la nueva Constitución, buscando que la gente vote en contra de ella.
El día lunes 19 de enero, en su sección política, El Diario publicó los siguientes titulares, obviamente con su correspondiente desarrollo.
“Proyecto genera incertidumbre en los pequeños productores”, afirmación de Porfirio Quispe, supuesto representante de un Comité de Defensa de la Industria.
“Afirman que las autonomías que plantea proyecto son un engaño”, haciendo referencia a una declaración de Fernando Barrientos, diputado de la agrupación Podemos.
“Principios de fe no son respetados en la propuesta de Carta Magna” afirmación de Napoleón Ardaya, diputado de la agrupación Podemos.
“Proyecto de Constitución incentiva una política populista insostenible”, declaración del analista cruceño Jiorge Kafka.
“Prefecto cuestiona inclusión de la justicia comunitaria en propuesta”, haciendo referencia a una afirmación del prefecto tarijeño Mario Cossío.
“Elección por voto de autoridades judiciales será un retroceso”, declaración de Edwin Rojas, presidente del Colegio de Abogados de Bolivia, ligado a partidos neoliberales del pasado reciente.
“Propuesta de texto constitucional restringe iniciativa de inversión”, expresión del ex presidente Carlos Mesa.
“Texto constitucional propone un Estado con economía obsoleta”, afirmación de Marcelo Varnoux Garay, presidente de la Asociación Boliviana de Ciencias Políticas.
“Campesinos del sector de Rufo Calle votarán por el No”, mencionando una resolución de una apócrifa Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia .
Como puede observarse, ocho notas contrarias a la nueva Constitución, referidas a declaraciones de personajes de la oposición.
Ocho notas induciendo a que la gente votara por el No, todas en un mismo día, en la sección políticas del periódico El Diario.
Ese mismo día, como para dar la apari8encia de equilibrio, se publicó una sola noticia favorable al Sí, que decía “Morales cree que ganará el Sí en referéndum”.
Ese tratamiento a las informaciones políticas, claramente desequilibrada y tendenciosa, se repitió durante los otros días de la semana y también en semanas anteriores.
Como otro ejemplo, el día viernes 23 de enero, el señalado periódico El Diario, publicaba los siguientes titulares.
“Presidente trata de dañar la autoridad moral de Cardenal”, haciendo alusión a un pronunciamiento de la Conferencia Episcopal.
“Discurso fue aburrido”, aludiendo al informe nacional presentado por el presidente de la República.
“Padrón electoral perjudica administración de justicia”, declaración de Zenobio Calisaya, presidente de la Corte Superior de Justicia del distrito de Oruro.
“Analista advierte que Morales es tolerante con casos de corrupción”, afirmación del analista Carlos Cordero.
“Existe ausencia de criterios en tema de tierra y territorio”, declaración de Diego Murillo, Secretario General de la Asociación Boliviana de Ciencias Políticas.
“Oposición critica discurso anti Estados Unidos de Evo Morales”, aludiendo a una declaración de Tito Hoz de Vila, presidente de la Comisión de Política Internacional de la Cámara de Senadores, y militante de la agrupación Podemos.
“Cuatro regiones le dicen No a la propuesta de texto constitucional”, refiriéndose a actos desarrollados por comités cívicos y prefecturas de Chuquisaca, Santa Cruz, Beni y Tarija.
“Denuncian que 50 % de mestizos son excluidos”, afirmación de Marco Antonio Claure, diputado de la agrupación Podemos.
“Informe no refleja deficiente administración gubernamental”, nota referida también al informe del presidente Morales, y señalada por Gabriel Dabdoub, presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia.
Un toral de nueve noticias políticas, contrarias al gobierno y al proyecto de nueva Constitución, que llenaron esa sección del periódico El Diario, el día viernes 23 de enero.
Ese día no se publicó ni un solo informe del otro lado, vale decir del lado del gobierno.
Los periodistas de El Diario, como perfectamente se comprueba, se esmeraron en buscar declaraciones de políticos opositores, o de representantes de entidades también contrarias al gobierno.
Este desequilibrio informativo, esta tendencia a apoyar a los grupos de poder, a los representantes políticos de la derecha es, pues, una característica no sólo del periódico El Diario, sino también de otros medios de comunicación, cuyos dueños son, justamente, empresarios, miembros de esos grupos de poder económico.
Frente a esta clarísima manipulación de esos medios que reflejan el pensamiento de los poderosos, es que la población ha ido expresando su protesta, a lo largo del tiempo.
Es uno de los aspectos que deberán cambiar, ahora que toda la nación boliviana entrará en un proceso de cambio estructural a a partir de la Constitución Política del Estado, recientemente aprobada.
Esas campañas las cumplieron de varias maneras, distorsionando las informaciones y acumulando notas que desacreditaban el nuevo texto constitucional.
El periódico El Diario de la ciudad de La Paz, fue uno de los que incurrió en esa violación de los derechos de la ciudadanía a recibir una información fidedigna y equilibrada.
Como un ejemplo de lo señalado se pueden mostrar las notas aparecidas en el señalado periódico, en la última semana previa al Referendo, contenidas tanto en su primera plana como en las páginas interiores destinadas a informaciones políticas.
Esas notas, que se presentan como informaciones, todas apuntan a desprestigiar la nueva Constitución, buscando que la gente vote en contra de ella.
El día lunes 19 de enero, en su sección política, El Diario publicó los siguientes titulares, obviamente con su correspondiente desarrollo.
“Proyecto genera incertidumbre en los pequeños productores”, afirmación de Porfirio Quispe, supuesto representante de un Comité de Defensa de la Industria.
“Afirman que las autonomías que plantea proyecto son un engaño”, haciendo referencia a una declaración de Fernando Barrientos, diputado de la agrupación Podemos.
“Principios de fe no son respetados en la propuesta de Carta Magna” afirmación de Napoleón Ardaya, diputado de la agrupación Podemos.
“Proyecto de Constitución incentiva una política populista insostenible”, declaración del analista cruceño Jiorge Kafka.
“Prefecto cuestiona inclusión de la justicia comunitaria en propuesta”, haciendo referencia a una afirmación del prefecto tarijeño Mario Cossío.
“Elección por voto de autoridades judiciales será un retroceso”, declaración de Edwin Rojas, presidente del Colegio de Abogados de Bolivia, ligado a partidos neoliberales del pasado reciente.
“Propuesta de texto constitucional restringe iniciativa de inversión”, expresión del ex presidente Carlos Mesa.
“Texto constitucional propone un Estado con economía obsoleta”, afirmación de Marcelo Varnoux Garay, presidente de la Asociación Boliviana de Ciencias Políticas.
“Campesinos del sector de Rufo Calle votarán por el No”, mencionando una resolución de una apócrifa Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia .
Como puede observarse, ocho notas contrarias a la nueva Constitución, referidas a declaraciones de personajes de la oposición.
Ocho notas induciendo a que la gente votara por el No, todas en un mismo día, en la sección políticas del periódico El Diario.
Ese mismo día, como para dar la apari8encia de equilibrio, se publicó una sola noticia favorable al Sí, que decía “Morales cree que ganará el Sí en referéndum”.
Ese tratamiento a las informaciones políticas, claramente desequilibrada y tendenciosa, se repitió durante los otros días de la semana y también en semanas anteriores.
Como otro ejemplo, el día viernes 23 de enero, el señalado periódico El Diario, publicaba los siguientes titulares.
“Presidente trata de dañar la autoridad moral de Cardenal”, haciendo alusión a un pronunciamiento de la Conferencia Episcopal.
“Discurso fue aburrido”, aludiendo al informe nacional presentado por el presidente de la República.
“Padrón electoral perjudica administración de justicia”, declaración de Zenobio Calisaya, presidente de la Corte Superior de Justicia del distrito de Oruro.
“Analista advierte que Morales es tolerante con casos de corrupción”, afirmación del analista Carlos Cordero.
“Existe ausencia de criterios en tema de tierra y territorio”, declaración de Diego Murillo, Secretario General de la Asociación Boliviana de Ciencias Políticas.
“Oposición critica discurso anti Estados Unidos de Evo Morales”, aludiendo a una declaración de Tito Hoz de Vila, presidente de la Comisión de Política Internacional de la Cámara de Senadores, y militante de la agrupación Podemos.
“Cuatro regiones le dicen No a la propuesta de texto constitucional”, refiriéndose a actos desarrollados por comités cívicos y prefecturas de Chuquisaca, Santa Cruz, Beni y Tarija.
“Denuncian que 50 % de mestizos son excluidos”, afirmación de Marco Antonio Claure, diputado de la agrupación Podemos.
“Informe no refleja deficiente administración gubernamental”, nota referida también al informe del presidente Morales, y señalada por Gabriel Dabdoub, presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia.
Un toral de nueve noticias políticas, contrarias al gobierno y al proyecto de nueva Constitución, que llenaron esa sección del periódico El Diario, el día viernes 23 de enero.
Ese día no se publicó ni un solo informe del otro lado, vale decir del lado del gobierno.
Los periodistas de El Diario, como perfectamente se comprueba, se esmeraron en buscar declaraciones de políticos opositores, o de representantes de entidades también contrarias al gobierno.
Este desequilibrio informativo, esta tendencia a apoyar a los grupos de poder, a los representantes políticos de la derecha es, pues, una característica no sólo del periódico El Diario, sino también de otros medios de comunicación, cuyos dueños son, justamente, empresarios, miembros de esos grupos de poder económico.
Frente a esta clarísima manipulación de esos medios que reflejan el pensamiento de los poderosos, es que la población ha ido expresando su protesta, a lo largo del tiempo.
Es uno de los aspectos que deberán cambiar, ahora que toda la nación boliviana entrará en un proceso de cambio estructural a a partir de la Constitución Política del Estado, recientemente aprobada.
Ganadores y perdedores del último Referendo
¿Quiénes ganaron y quiénes perdieron con el Referendo?
A varios días de esa trascendental consulta, puede hacerse un ejercicio rápido para identificar a los ganadores y a los perdedores del mismo.
Porque, efectivamente, después de la consulta al pueblo, unos salieron con la victoria y otros qu4edaron derrotados.
De manera obvia se entiende, primero, que ganó el oficialismo y perdió la oposición.
En ese sentido, la perdedora fue aquella visión de país, que manejaban los grupos de oposición, que apuntaba a una sociedad pro capitalista, neoliberal, favorable a los grupos económicamente poderosos, que usufructuaron del poder en las últimas décadas.
Como contrapartida, la triunfadora fue la otra visión de país, la que apunta a acabar definitivamente con el neoliberalismo, para construir una sociedad comunitaria, con igualdad para todos, con justicia social, con la vigencia plena y absoluta de las libertades y de los derechos humanos..
Una sociedad, en suma, más cercana al socialismo y muy alejada del capitalismo.
Perdió, también, la prensa burguesa.
Perdieron los periódicos de postura derechista, cuyos dueños son empresarios ligados a los señalados grupos de poder económico del país y, en ese mismo sentido, perdieron las cadenas privadas de televisión que anduvieron en la misma línea.
Y perdieron de manera estruendosa, porque esos medios de comunicación, las televisora Unitel, PAT o los periódicos El Diario, La Prensa, El Mundo y varios otros, desplegaron, disfrazándolas como noticias, tremendas campañas políticos induciendo a la gente a votar por el No.
Ganó el Sí de manera contundente, y entonces esos medios de comunicación deben reconocer su derrota, y deben reconocer que las mentiras pueden engañar un tiempo pero que, al final, la gente intuye dónde está la verdad y opta por apoyarla.
Otros perdedores del Referendo son analistas políticos que, multiplicándose por todos los medios de comunicación, se esforzaron por agrandar supuestos errores del nuevo texto constitucional, ignorando sus muchísimos aciertos y virtudes.
Entre ellos se puede mencionar a Jorge Lazarte o Ximena Costas quienes, en la medida en que avanzan los sectores populares, van develando cada vez más, su antipatía hacia los mismos, y su afinidad con los sectores dominantes de la sociedad boliviana.
En este mismo sentido perdieron muchísimos políticos de la derecha, que públicamente señalaron su opción por el No, y convocaron a la gente a hacer lo mismo.
Uno de ellos fue el ex presidente Carlos Mesa quien, buscando darle nueva actualidad a su figura, con miras a las nuevas elecciones presidenciales, fue apareciendo en periódicos y estaciones de televisión, reclamando a la gente su voto por el NO.
Carlos Mesa, como puede verse, anda ya procurando el voto de las clases medias pudientes considerando, a lo mejor, que esas clases tienen un carácter conservador, son asustadizas. no tienen claridad ideológica ni tienen las ideas políticas muy firmes y, sobre todo, son las más manipulables por los medios de comunicación social.
Carlos Mesa dijo que iba a votar por el NO de modo que ahora, una vez más, termina como perdedor.
En esa misma línea, otro gran perdedor fue Víctor Hugo Cárdenas, ex katarista y ex vicepresidente de Sánchez de Lozada.
Intentado mostrarse también como candidato presidenciable, Cárdenas fue sumamente agresivo contra el nuevo texto constitucional, descalificándolo de la primera a la ultima página.
En su afán de alcanzar mayor notoriedad, Víctor Hugo Cárdenas llegó hasta a desafiar al presidente Evo Morales, a un debate “en los terrenos que él quisiera y en los idiomas que él prefiriera”, según habló por la televisión.
Pero pasó el Referendo, y ganó el Sí, y ahora Víctor Hugo Cárdenas debe reconocerse como un perdedor.
Esta derrota debería servirle como motivo de reflexión, antes de lanzarse a aventuras electorales de las que puede salir muy mal parado.
En este campo político también perdieron Jorge “Tuto” Quiroga, y Samuel dorí Medina, y otros que dijeron que votarían por el No.
Luego del resultado del Referendo del domingo 25 de enero, es posible ver que otra gran derrotada ha sido la jerarquía de la iglesia católica.
Perdió el Cardenal Julio Terrazas y perdió Jesús Pérez, el obispo de sucre, porque se inclinaron hacia el No, y porque permitieron que los grupos de la derecha racista, desplegaran una injustas e inmorales campañas políticas, utilizando nada menos que a Dios.
“O Dios o Evo Morales”, llegaron a decir esas propagandas, buscando asustar a la gente y tocando uno de los aspectos más sensibles para la sociedad boliviana, como son sus creencias religiosas.
Pero resultó que Dios, Nuestro Padre Celestial, sabio y bondadoso, no había estado con el No, y permitió que ganara el Sí, sabiendo, seguramente, que el Sí constituía una reivindicación de una gran parte de sus hijos, tradicionalmente excluidos y marginados de la sociedad boliviana, de los pobres, de los indígenas.
Los jerarcas, las altas autoridades de la iglesia católica, no así la iglesia misma, deberían también reflexionar sobre este resultado.
En este mismo campo, las ganadoras fueron las otras religiones cristianas, y obviamente otras no cristianas, que se inclinaron a favor del nuevo texto constitucional, porque ese texto garantiza la más absoluta libertad de creencia re4ligiosa en el país, y porque separa claramente, a la religión del Estado.
En resumen que, con el último Referendo, ganó Bolivia y perdieron los que no creían en Bolivia, y por eso la estaban terminando de entregar a los intereses del imperio.
A varios días de esa trascendental consulta, puede hacerse un ejercicio rápido para identificar a los ganadores y a los perdedores del mismo.
Porque, efectivamente, después de la consulta al pueblo, unos salieron con la victoria y otros qu4edaron derrotados.
De manera obvia se entiende, primero, que ganó el oficialismo y perdió la oposición.
En ese sentido, la perdedora fue aquella visión de país, que manejaban los grupos de oposición, que apuntaba a una sociedad pro capitalista, neoliberal, favorable a los grupos económicamente poderosos, que usufructuaron del poder en las últimas décadas.
Como contrapartida, la triunfadora fue la otra visión de país, la que apunta a acabar definitivamente con el neoliberalismo, para construir una sociedad comunitaria, con igualdad para todos, con justicia social, con la vigencia plena y absoluta de las libertades y de los derechos humanos..
Una sociedad, en suma, más cercana al socialismo y muy alejada del capitalismo.
Perdió, también, la prensa burguesa.
Perdieron los periódicos de postura derechista, cuyos dueños son empresarios ligados a los señalados grupos de poder económico del país y, en ese mismo sentido, perdieron las cadenas privadas de televisión que anduvieron en la misma línea.
Y perdieron de manera estruendosa, porque esos medios de comunicación, las televisora Unitel, PAT o los periódicos El Diario, La Prensa, El Mundo y varios otros, desplegaron, disfrazándolas como noticias, tremendas campañas políticos induciendo a la gente a votar por el No.
Ganó el Sí de manera contundente, y entonces esos medios de comunicación deben reconocer su derrota, y deben reconocer que las mentiras pueden engañar un tiempo pero que, al final, la gente intuye dónde está la verdad y opta por apoyarla.
Otros perdedores del Referendo son analistas políticos que, multiplicándose por todos los medios de comunicación, se esforzaron por agrandar supuestos errores del nuevo texto constitucional, ignorando sus muchísimos aciertos y virtudes.
Entre ellos se puede mencionar a Jorge Lazarte o Ximena Costas quienes, en la medida en que avanzan los sectores populares, van develando cada vez más, su antipatía hacia los mismos, y su afinidad con los sectores dominantes de la sociedad boliviana.
En este mismo sentido perdieron muchísimos políticos de la derecha, que públicamente señalaron su opción por el No, y convocaron a la gente a hacer lo mismo.
Uno de ellos fue el ex presidente Carlos Mesa quien, buscando darle nueva actualidad a su figura, con miras a las nuevas elecciones presidenciales, fue apareciendo en periódicos y estaciones de televisión, reclamando a la gente su voto por el NO.
Carlos Mesa, como puede verse, anda ya procurando el voto de las clases medias pudientes considerando, a lo mejor, que esas clases tienen un carácter conservador, son asustadizas. no tienen claridad ideológica ni tienen las ideas políticas muy firmes y, sobre todo, son las más manipulables por los medios de comunicación social.
Carlos Mesa dijo que iba a votar por el NO de modo que ahora, una vez más, termina como perdedor.
En esa misma línea, otro gran perdedor fue Víctor Hugo Cárdenas, ex katarista y ex vicepresidente de Sánchez de Lozada.
Intentado mostrarse también como candidato presidenciable, Cárdenas fue sumamente agresivo contra el nuevo texto constitucional, descalificándolo de la primera a la ultima página.
En su afán de alcanzar mayor notoriedad, Víctor Hugo Cárdenas llegó hasta a desafiar al presidente Evo Morales, a un debate “en los terrenos que él quisiera y en los idiomas que él prefiriera”, según habló por la televisión.
Pero pasó el Referendo, y ganó el Sí, y ahora Víctor Hugo Cárdenas debe reconocerse como un perdedor.
Esta derrota debería servirle como motivo de reflexión, antes de lanzarse a aventuras electorales de las que puede salir muy mal parado.
En este campo político también perdieron Jorge “Tuto” Quiroga, y Samuel dorí Medina, y otros que dijeron que votarían por el No.
Luego del resultado del Referendo del domingo 25 de enero, es posible ver que otra gran derrotada ha sido la jerarquía de la iglesia católica.
Perdió el Cardenal Julio Terrazas y perdió Jesús Pérez, el obispo de sucre, porque se inclinaron hacia el No, y porque permitieron que los grupos de la derecha racista, desplegaran una injustas e inmorales campañas políticas, utilizando nada menos que a Dios.
“O Dios o Evo Morales”, llegaron a decir esas propagandas, buscando asustar a la gente y tocando uno de los aspectos más sensibles para la sociedad boliviana, como son sus creencias religiosas.
Pero resultó que Dios, Nuestro Padre Celestial, sabio y bondadoso, no había estado con el No, y permitió que ganara el Sí, sabiendo, seguramente, que el Sí constituía una reivindicación de una gran parte de sus hijos, tradicionalmente excluidos y marginados de la sociedad boliviana, de los pobres, de los indígenas.
Los jerarcas, las altas autoridades de la iglesia católica, no así la iglesia misma, deberían también reflexionar sobre este resultado.
En este mismo campo, las ganadoras fueron las otras religiones cristianas, y obviamente otras no cristianas, que se inclinaron a favor del nuevo texto constitucional, porque ese texto garantiza la más absoluta libertad de creencia re4ligiosa en el país, y porque separa claramente, a la religión del Estado.
En resumen que, con el último Referendo, ganó Bolivia y perdieron los que no creían en Bolivia, y por eso la estaban terminando de entregar a los intereses del imperio.
La nueva Constitución, ¿factor de división o de unidad?
Resulta que ahora, de la división del país, han comenzado a echarle la culpa a la nueva Constitución.
En esa idea han venido insistiendo los titulares de varios periódicos t de varios espacios noticiosos de redes privadas de televisión.
“Se aprueba el nuevo texto constitucional y Bolivia queda dividida”, señalaba el título de un periódico.
“La sociedad boliviana está polarizada como nunca, después de la aprobación de la nueva Constitución”, señalaba otra nota periodística.
Pero ahora bien, ¿será evidentes esas aseveraciones?
¿Será que la nación boliviana se está dividiendo como resultado del proceso constituyente y de la aprobación de la nueva Constitución?
Por supuesto que no, que eso no es así.
Y no es así, simplemente, porque desde siempre la sociedad boliviana ha estado dividida.
Mirando el pasado, con seguridad absoluta se puede decir, más bien, que nunca la nación boliviana estuvo unida, salvo en los momentos en que jugaba la selección nacional de fútbol, o cuando había que hacer alguna protesta por alguna humillación o algún atentado contra la República.
Aparte de esos contadísimos momentos, el resto del tiempo, el común denominador en Bolivia fue la división.-
Y es que Bolivia nació dividida.
Llegó la Independencia en 1825, y los que se hicieron dueños del país, asumiendo su mando político y el control de la economía y del ejercito, fueron los representantes de las clases dominantes que venían de la Colonia.-
Los mestizos quedaron más abajo, con poca participación, y los indígenas, las grandes mayorías, quedaron absolutamente excluidos.
Esas mayorías fueron condenadas a servir como sirvientes, o como pongos, o como mano de obra barata, o gratuita, de los grandes patrones, de los dominadores.
Y entonces, en los primeros años de la nueva República, hubo una muy clara división de clases sociales, con un fortísimo componente de racismo y discriminación.
Ese racismo y esa discriminación continuaron tal cual a lo largo del tiempo, con levantamientos esporádicos, justamente de las naciones originarias que, todas las veces, pagaban con su sangre el atrevimiento de reclamar tierra, o educación u otros derechos.
Más tarde, aun sobreviniendo la Revolución de 1952, que pretendió remediar un poco las cosas, las divisiones continuaron.
Divisiones entre los componentes de la llamada clase política, con encontronazos que se resolvían a balazos, o con persecuciones, arrestos y atentados de todo tipo.
En la década de los años 70 y 80, la división alcanzó pic0os muy elevados, debido a la presencia de las dictaduras militares que cercenaron todas las libertades.
Por un lado andaban los militares, aliados a sectores de la oligarquía, y por otro andaban los sectores populares, resistiendo a las dictaduras y, otra vez, ¡cuando no!, pagando con sus vidas esa resistencia.
Inclusive en épocas posteriores, las divisiones se daban entre los simpatizantes de uno u otro partido político, que hasta compartían una misma ideología, pero que peleaban por las pegas del poder.
Siempre, como común denominador, como telón de fondo de esta historia, andaba presente la lucha de clases, que marcaba una división y una confrontación, a veces abierta y a veces solapada, entre dominadores y dominados, entre ricos y pobres.
En resumen, reiterando el concepto, que la sociedad boliviana jamás anduvo unida y, más bien, siempre estuvo separada, de modo que culpar ahora a la nueva Constitución por la polarización que se plantea en Bolivia, es algo que no tiene sentido alguno.
Ahora, ¿por qué la sociedad boliviana ha estado dividida y polarizada, a lo largo de toda su historia?
Pues, simplemente, porque en la sociedad boliviana predominó, de manera muy clara y permanente, la desigualdad.
La desigualdad económica, la desigualdad social, la desigualdad en el disfrute de los derechos fundamentales, la desigualdad de género, la desigualdad generacional, la desigualdad racial.
Bolivia, señalan los estudios, es una de las sociedades más racistas de Latinoamérica, y es también uno de los países económicamente más desiguales e injustos de esta misma región.
Entonces, en esas condiciones de desigualdad, no se le puede pedir unidad a la gente.
No podrían unirse jamás, un oligarca que acapara las tierras, y los recursos naturales y los bienes nacionales, con un indígena, o un obrero, o una persona de clase media, que son explotados o se hallan en situación de marginación.
Para que haya unidad en el país, en consecuencia, tiene que haber primero igualdad.
De lo contrario, ese ideal de unidad no será nada más que una palabra hueca.
Pero ahora, por primera vez, con la nueva Constitución Política del Estado, Bolivia ha de poder avanzar hacia una situación de igualdad de toda su gente.
Igualdad cultural, económica, social y política, donde nadie será más que nadie, y nadie será menos que nadie.
Recién ahora, entonces, se darán las condiciones para una verdadera unidad del país, y para la conclusión de las divisiones.
A la nueva Constitución, entonces, antes de señalarla como factor de división, lo cual es una mentira, se la debe mencionar como factor de igualdad y de una futura gran unidad nacional.
Esa unidad se ha de dar con el tiempo, aun cuando los grupos dominantes, eternos amenacen con nuevos desacatos y resistencias y enfrentamientos
En esa idea han venido insistiendo los titulares de varios periódicos t de varios espacios noticiosos de redes privadas de televisión.
“Se aprueba el nuevo texto constitucional y Bolivia queda dividida”, señalaba el título de un periódico.
“La sociedad boliviana está polarizada como nunca, después de la aprobación de la nueva Constitución”, señalaba otra nota periodística.
Pero ahora bien, ¿será evidentes esas aseveraciones?
¿Será que la nación boliviana se está dividiendo como resultado del proceso constituyente y de la aprobación de la nueva Constitución?
Por supuesto que no, que eso no es así.
Y no es así, simplemente, porque desde siempre la sociedad boliviana ha estado dividida.
Mirando el pasado, con seguridad absoluta se puede decir, más bien, que nunca la nación boliviana estuvo unida, salvo en los momentos en que jugaba la selección nacional de fútbol, o cuando había que hacer alguna protesta por alguna humillación o algún atentado contra la República.
Aparte de esos contadísimos momentos, el resto del tiempo, el común denominador en Bolivia fue la división.-
Y es que Bolivia nació dividida.
Llegó la Independencia en 1825, y los que se hicieron dueños del país, asumiendo su mando político y el control de la economía y del ejercito, fueron los representantes de las clases dominantes que venían de la Colonia.-
Los mestizos quedaron más abajo, con poca participación, y los indígenas, las grandes mayorías, quedaron absolutamente excluidos.
Esas mayorías fueron condenadas a servir como sirvientes, o como pongos, o como mano de obra barata, o gratuita, de los grandes patrones, de los dominadores.
Y entonces, en los primeros años de la nueva República, hubo una muy clara división de clases sociales, con un fortísimo componente de racismo y discriminación.
Ese racismo y esa discriminación continuaron tal cual a lo largo del tiempo, con levantamientos esporádicos, justamente de las naciones originarias que, todas las veces, pagaban con su sangre el atrevimiento de reclamar tierra, o educación u otros derechos.
Más tarde, aun sobreviniendo la Revolución de 1952, que pretendió remediar un poco las cosas, las divisiones continuaron.
Divisiones entre los componentes de la llamada clase política, con encontronazos que se resolvían a balazos, o con persecuciones, arrestos y atentados de todo tipo.
En la década de los años 70 y 80, la división alcanzó pic0os muy elevados, debido a la presencia de las dictaduras militares que cercenaron todas las libertades.
Por un lado andaban los militares, aliados a sectores de la oligarquía, y por otro andaban los sectores populares, resistiendo a las dictaduras y, otra vez, ¡cuando no!, pagando con sus vidas esa resistencia.
Inclusive en épocas posteriores, las divisiones se daban entre los simpatizantes de uno u otro partido político, que hasta compartían una misma ideología, pero que peleaban por las pegas del poder.
Siempre, como común denominador, como telón de fondo de esta historia, andaba presente la lucha de clases, que marcaba una división y una confrontación, a veces abierta y a veces solapada, entre dominadores y dominados, entre ricos y pobres.
En resumen, reiterando el concepto, que la sociedad boliviana jamás anduvo unida y, más bien, siempre estuvo separada, de modo que culpar ahora a la nueva Constitución por la polarización que se plantea en Bolivia, es algo que no tiene sentido alguno.
Ahora, ¿por qué la sociedad boliviana ha estado dividida y polarizada, a lo largo de toda su historia?
Pues, simplemente, porque en la sociedad boliviana predominó, de manera muy clara y permanente, la desigualdad.
La desigualdad económica, la desigualdad social, la desigualdad en el disfrute de los derechos fundamentales, la desigualdad de género, la desigualdad generacional, la desigualdad racial.
Bolivia, señalan los estudios, es una de las sociedades más racistas de Latinoamérica, y es también uno de los países económicamente más desiguales e injustos de esta misma región.
Entonces, en esas condiciones de desigualdad, no se le puede pedir unidad a la gente.
No podrían unirse jamás, un oligarca que acapara las tierras, y los recursos naturales y los bienes nacionales, con un indígena, o un obrero, o una persona de clase media, que son explotados o se hallan en situación de marginación.
Para que haya unidad en el país, en consecuencia, tiene que haber primero igualdad.
De lo contrario, ese ideal de unidad no será nada más que una palabra hueca.
Pero ahora, por primera vez, con la nueva Constitución Política del Estado, Bolivia ha de poder avanzar hacia una situación de igualdad de toda su gente.
Igualdad cultural, económica, social y política, donde nadie será más que nadie, y nadie será menos que nadie.
Recién ahora, entonces, se darán las condiciones para una verdadera unidad del país, y para la conclusión de las divisiones.
A la nueva Constitución, entonces, antes de señalarla como factor de división, lo cual es una mentira, se la debe mencionar como factor de igualdad y de una futura gran unidad nacional.
Esa unidad se ha de dar con el tiempo, aun cuando los grupos dominantes, eternos amenacen con nuevos desacatos y resistencias y enfrentamientos
Se concretó el Referendo y sus resultados son contundentes.
Ganó el Sí por una mayoría suficiente para imponer la nueva Constitución Política del Estado.
Esa Constitución, entonces, será promulgada próximamente, una vez que se cumplan las formalidades legales, tanto en el Congreso como en el Poder Ejecutivo, y Bolivia ingresará a una nueva etapa de su historia,
Una etapa que apunta a ser de mayor justicia y de mayor igualdad para los bolivianos, y de mayor dignidad y soberanía para la Nación.
Ahora bien, cumplida la votación, unos perdieron y otros ganaron, de modo que, sin vuelta de hoja, deberá imponerse la voluntad de los ganadores y los perdedores deberán someterse a esa realidad-
Naturalmente que, para hacer las cosas más viables, ha de ser conveniente que se abran los suficientes espacios de diálogo, de modo que el cambio avance rápidamente.
Sin embargo ese diálogo no puede obligar, de ninguna manera a una concertación.
En otras palabras, que la minoría no puede pretender imponer sus criterios, o hacer una resistencia a la nueva Carta Magna, con el argumento de que el No ganó en algunas regiones y de que su votación fue también importante.
El resultado final es que ganó el Sí, y eso implica que todos los artículos de la nueva Constitución Política del Estado, del primero al último, deberán entrar en vigencia y deberán señalar la nueva forma de funcionamiento y ordenamiento del país.
Y nadie, ni regiones, ni comités cívicos, ni instituciones, ni personas particulares, podrán oponerse, o pretender que algunos artículos se modifiquen, o se acomoden a sus criterios, o dejen de aplicarse.
Resultan, entonces, exabruptos inútiles, sin sentido, verdaderas tonterías, las expresiones del prefecto cruceño Rubén Costas, llamando a la resistencia del nuevo texto constitucional, o criticando que el nuevo texto constitucional les fue impuesto por el gobierno.
Esos prefectos deberán entender que el que les está imponiendo la nueva Carta Magna es el pueblo boliviano, y que frente a esa voluntad soberana, no hay nada más que hacer, y lo que queda es simplemente acatarla.
Acatarla, sin ninguna objeción porque, como dijo el presidente Evo Morales, aquí no hubo ningún empate.
Aquí hubo una victoria, y esa victoria fue del Sí.
La Nación, entonces, comenzará a transformarse y será el pueblo el que garantizará esa transformación.
Y cualquier personas o entidad que se oponga a la misma estará vulnerando la ley y, obviamente, tendrá que sujetarse a las sanciones que la ley señale para estos casos.
Dos visiones de país estuvieron en pugna en la última etapa de la Nación, tal como coincidieron varios analistas.
Una visión neoliberal, procapitalista, que privilegiaba a a los ricos, a los lat9ifundistas, a los grupos tradicionalmente dominantes.
Y una visión anti neoliberal, anti capitalista, que planteaba la igualad, que apuntaba a resarcir las grandes injusticias que caracterizaron la vida del país, en suma, una visión encaminada a concretar un futuro socialismo.
Ambas visiones son tan contradictorias, que difícilmente podrían conciliarse, por más esfuerzos de concertación que se pudieran hacer.
Entonces, lo que cabía era que una se impusiera, y la otra tuviera que ceder y, para evitar que el tema se resolviera por la fuerza, en una dolorosa confrontación que pusiera en peligro la existencia misma de la Nación, es que se apeló al pueblo, de la manera más limpia y democrática posible.
Y el pueblo dio su veredicto.
La visión de país que se implementará en el futuro, es la visión expresada en lla Constitución Política del Estado.
Bolivia, pues, inicia el proceso de su refundación.
Un hecho histórico que deberá valorarse en todo lo que vale.
Esa Constitución, entonces, será promulgada próximamente, una vez que se cumplan las formalidades legales, tanto en el Congreso como en el Poder Ejecutivo, y Bolivia ingresará a una nueva etapa de su historia,
Una etapa que apunta a ser de mayor justicia y de mayor igualdad para los bolivianos, y de mayor dignidad y soberanía para la Nación.
Ahora bien, cumplida la votación, unos perdieron y otros ganaron, de modo que, sin vuelta de hoja, deberá imponerse la voluntad de los ganadores y los perdedores deberán someterse a esa realidad-
Naturalmente que, para hacer las cosas más viables, ha de ser conveniente que se abran los suficientes espacios de diálogo, de modo que el cambio avance rápidamente.
Sin embargo ese diálogo no puede obligar, de ninguna manera a una concertación.
En otras palabras, que la minoría no puede pretender imponer sus criterios, o hacer una resistencia a la nueva Carta Magna, con el argumento de que el No ganó en algunas regiones y de que su votación fue también importante.
El resultado final es que ganó el Sí, y eso implica que todos los artículos de la nueva Constitución Política del Estado, del primero al último, deberán entrar en vigencia y deberán señalar la nueva forma de funcionamiento y ordenamiento del país.
Y nadie, ni regiones, ni comités cívicos, ni instituciones, ni personas particulares, podrán oponerse, o pretender que algunos artículos se modifiquen, o se acomoden a sus criterios, o dejen de aplicarse.
Resultan, entonces, exabruptos inútiles, sin sentido, verdaderas tonterías, las expresiones del prefecto cruceño Rubén Costas, llamando a la resistencia del nuevo texto constitucional, o criticando que el nuevo texto constitucional les fue impuesto por el gobierno.
Esos prefectos deberán entender que el que les está imponiendo la nueva Carta Magna es el pueblo boliviano, y que frente a esa voluntad soberana, no hay nada más que hacer, y lo que queda es simplemente acatarla.
Acatarla, sin ninguna objeción porque, como dijo el presidente Evo Morales, aquí no hubo ningún empate.
Aquí hubo una victoria, y esa victoria fue del Sí.
La Nación, entonces, comenzará a transformarse y será el pueblo el que garantizará esa transformación.
Y cualquier personas o entidad que se oponga a la misma estará vulnerando la ley y, obviamente, tendrá que sujetarse a las sanciones que la ley señale para estos casos.
Dos visiones de país estuvieron en pugna en la última etapa de la Nación, tal como coincidieron varios analistas.
Una visión neoliberal, procapitalista, que privilegiaba a a los ricos, a los lat9ifundistas, a los grupos tradicionalmente dominantes.
Y una visión anti neoliberal, anti capitalista, que planteaba la igualad, que apuntaba a resarcir las grandes injusticias que caracterizaron la vida del país, en suma, una visión encaminada a concretar un futuro socialismo.
Ambas visiones son tan contradictorias, que difícilmente podrían conciliarse, por más esfuerzos de concertación que se pudieran hacer.
Entonces, lo que cabía era que una se impusiera, y la otra tuviera que ceder y, para evitar que el tema se resolviera por la fuerza, en una dolorosa confrontación que pusiera en peligro la existencia misma de la Nación, es que se apeló al pueblo, de la manera más limpia y democrática posible.
Y el pueblo dio su veredicto.
La visión de país que se implementará en el futuro, es la visión expresada en lla Constitución Política del Estado.
Bolivia, pues, inicia el proceso de su refundación.
Un hecho histórico que deberá valorarse en todo lo que vale.
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