miércoles, 4 de febrero de 2009

Se concretó el Referendo y sus resultados son contundentes.

Ganó el Sí por una mayoría suficiente para imponer la nueva Constitución Política del Estado.

Esa Constitución, entonces, será promulgada próximamente, una vez que se cumplan las formalidades legales, tanto en el Congreso como en el Poder Ejecutivo, y Bolivia ingresará a una nueva etapa de su historia,

Una etapa que apunta a ser de mayor justicia y de mayor igualdad para los bolivianos, y de mayor dignidad y soberanía para la Nación.

Ahora bien, cumplida la votación, unos perdieron y otros ganaron, de modo que, sin vuelta de hoja, deberá imponerse la voluntad de los ganadores y los perdedores deberán someterse a esa realidad-

Naturalmente que, para hacer las cosas más viables, ha de ser conveniente que se abran los suficientes espacios de diálogo, de modo que el cambio avance rápidamente.

Sin embargo ese diálogo no puede obligar, de ninguna manera a una concertación.

En otras palabras, que la minoría no puede pretender imponer sus criterios, o hacer una resistencia a la nueva Carta Magna, con el argumento de que el No ganó en algunas regiones y de que su votación fue también importante.

El resultado final es que ganó el Sí, y eso implica que todos los artículos de la nueva Constitución Política del Estado, del primero al último, deberán entrar en vigencia y deberán señalar la nueva forma de funcionamiento y ordenamiento del país.

Y nadie, ni regiones, ni comités cívicos, ni instituciones, ni personas particulares, podrán oponerse, o pretender que algunos artículos se modifiquen, o se acomoden a sus criterios, o dejen de aplicarse.

Resultan, entonces, exabruptos inútiles, sin sentido, verdaderas tonterías, las expresiones del prefecto cruceño Rubén Costas, llamando a la resistencia del nuevo texto constitucional, o criticando que el nuevo texto constitucional les fue impuesto por el gobierno.

Esos prefectos deberán entender que el que les está imponiendo la nueva Carta Magna es el pueblo boliviano, y que frente a esa voluntad soberana, no hay nada más que hacer, y lo que queda es simplemente acatarla.

Acatarla, sin ninguna objeción porque, como dijo el presidente Evo Morales, aquí no hubo ningún empate.

Aquí hubo una victoria, y esa victoria fue del Sí.

La Nación, entonces, comenzará a transformarse y será el pueblo el que garantizará esa transformación.

Y cualquier personas o entidad que se oponga a la misma estará vulnerando la ley y, obviamente, tendrá que sujetarse a las sanciones que la ley señale para estos casos.

Dos visiones de país estuvieron en pugna en la última etapa de la Nación, tal como coincidieron varios analistas.

Una visión neoliberal, procapitalista, que privilegiaba a a los ricos, a los lat9ifundistas, a los grupos tradicionalmente dominantes.

Y una visión anti neoliberal, anti capitalista, que planteaba la igualad, que apuntaba a resarcir las grandes injusticias que caracterizaron la vida del país, en suma, una visión encaminada a concretar un futuro socialismo.

Ambas visiones son tan contradictorias, que difícilmente podrían conciliarse, por más esfuerzos de concertación que se pudieran hacer.

Entonces, lo que cabía era que una se impusiera, y la otra tuviera que ceder y, para evitar que el tema se resolviera por la fuerza, en una dolorosa confrontación que pusiera en peligro la existencia misma de la Nación, es que se apeló al pueblo, de la manera más limpia y democrática posible.

Y el pueblo dio su veredicto.

La visión de país que se implementará en el futuro, es la visión expresada en lla Constitución Política del Estado.

Bolivia, pues, inicia el proceso de su refundación.

Un hecho histórico que deberá valorarse en todo lo que vale.

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