martes, 4 de agosto de 2009

La conspiración terrorista no se detiene

Sería un error pensar que la conspiración terrorista va a detenerse.

Los conspiradores saben que, con el avance de las investigaciones, van a tener que responder por sus acciones ante la justicia boliviana y, entonces, usando cualquier pretexto, seguirán adelante con sus planes para desestabilizar la democracia y llevar al país a una guerra civil.

El corolario final de esa guerra civil tendría que ser, según los terroristas planeaban, la división de Bolivia.

Un ejemplo de ese accionar se conoció hace pocos días, con la publicación de una separata de 12 páginas en el periódico La Razón, y donde se desvirtúa la democracia, se ataca al gobierno, se cuestionan las investigaciones sobre el tema terrorista, y se apoya los planes separatistas.

Esa separata es firmada por una organización que se autodenomina Confederación Nacional de Naciones Indígenas Originarios de Bolivia CONNIOB.

Una organización, obviamente apócrifa, que pretende representar nada menos que a los pueblos originarios del país los cuales, como lo sabe todo el mundo, están apoyando y no están en contra del actual gobierno.

Dicha organización, se entiende claramente, está financiada por los grupos dominantes del oriente boliviano, los mismos grupos que financiaron a Eduardo Rozsa Flores y a los mercenarios que llegaron para bañar en sangre el suelo boliviano.

La separata aparecida en el periódico La Razón, con el título de Especial, a todo color, fue pagada, y no pudo ser pagada por ninguna organización indígena las cuales, lo saben todos, no cuentan con recursos para este tipo de publicaciones.

Si se considera que cada página cuesta alrededor de 20 mil Bolivianos, y si se sabe que la separata tenía 12 páginas, los que la publicaron tuvieron que gastar alrededor de 200 mil Bolivianos.

Una suma tan grande que sólo pudo ser asumida por los poderosos grupos de poder económico que se hallan en la aventura terrorista.

Esa aventura terrorista, que tenía que derivar en una guerra civil, iba a costar al país al menos 25 mil muertos, según un cálculo establecido por el propio Eduardo Roza Flores.

Con ese número de muertos, planeaba Rozsa Flores, la comunidad internacional se iba a ver obligada a intervenir, en busca de la paz, la cual debía derivar, como única solución, en la división del territorio boliviano.

Eduardo Rozsa Flores, según se fue conociendo por las investigaciones, tenía planeada la llegada, en un primer momento, de 100 avezados mercenarios especialmente entrenados, con experiencia en guerras internacionales, para dirigir a los grupos de cruceños de orientación derechista que se buscaba conformar, entre ellos gente de la Unión Juvenil Cruceñista.

Rozsa Flores planeaba volar puentes y atentar contra escuelas y hospitales, y asesinar, indiscriminadamente, a niños, jóvenes y ancianos de todos los sectores, porque su afán era conmocionar gravemente al país.

Rozsa Flores había establecido contactos para traer armas de Croacia y Hungría, pensando que en Bolivia le podía faltar armamento.

Dentro de ese armamento importado se buscaba hacer llegar lanzagranadas RPG y hasta cañones, y mucho C4, que es un explosivo de muy alta potencia.

Rozsa Flores, increíblemente, tenía previsto filmar una película con imágenes reales producto de su intervención en Santa Cruz.

La película sería financiada desde afuera, Rozsa Flores y su gente pondrían las balas y las explosiones terroristas, y los bolivianos pondrían los muertos y el dolor.

Un plan increíblemente siniestro que, a Dios gracias, fue descubierto y detenido.

Ahora, ¿quiénes financiaron la llegada del mercenario Rozsa Fores?

¿Hacia dónde apuntan las investigaciones?

Los datos han ido señalando ya algunos nombres, entre los cuales están Branco Marinkovic, ex presidente del comité cívico cruceño, y otros miembros de ese comité y de la prefectura cruceña, como Germán Antelo, Sergio Antelo, Eduardo Paz y Mauricio Roca.

Como puede verse, entre los planes terroristas en investigación y la separata publicada en el periódico La Razón, existe una lógica relación.

Las fuentes de financiamiento tienen que ser las mismas.

Un asunto que muestra, pues, que la conspiración persiste, y que no se va a detener fácilmente.

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