Terminó la V Cumbre de las Américas y hubo, al final, mucha cordialidad y muchos apretones de manos, inclusive entre los líderes de los países más distanciados.
Lo que no hubo, sin embargo, es un documento de consenso que refleje la postura o el pensamiento de los líderes de todas las naciones del continente, y esa fue una diferencia fundamental con las cumbres ocurridas en el pasado.
Porque en el pasado, de las señaladas cumbres salía un solo documento, que era firmado por la totalidad de los presidentes asistentes y, al despedirse, todos posaban para las fotos oficiales, unidos y sonrientes.
Ahora, en la Cumbre de Trinidad y Tobago, la cosa no fue así, porque, efectivamente, en nuestro continente están soplando nuevos vientos, que parece que van a ir barriendo con muchas de las cosas viejas del pasado.
Y algunas de esas cosas viejas son los lineamientos del capitalismo internacional que, al estar haciendo aguas por todos los lados con la actual crisis internacional, demuestra que no es el sistema más adecuado para el progreso y bienestar de los pueblos.
Que la humanidad debe construir otros sistemas de desarrollo y convivencia, que vayan más a tono con los reclamos por justicia, solidaridad y equidad que se van escuchando desde todos los lugares del planeta.
La humanidad no acepta ya que las relaciones internacionales se basen en el predominio de unos países sobre otros.
No acepta más que el progreso y el bienestar extraordinario de unas naciones, se siga sustentando en la pobreza y en la explotación de otras.
Esa forma de establecer las relaciones debe concluir, y ese es el mensaje que surgió nítido de la Cumbre de Trinidad y Tobago.
Muchos análisis se han comenzado a realizar de ese encuentro internacional y, aunque en los mismos hay naturales diferencias, todos coinciden en una apreciación.
Y es la de que, a partir de la Cumbre, una nueva era ha sido abierta en la historia del continente.
Y un primer elemento de esa nueva historia señala que ya los países americanos no están más dispuestos a seguir aceptando callada y resignadamente, las políticas que lleguen desde los Estados Unidos.
Que ahora le piden a la indicada potencia, que respete la soberanía de los pueblos, y que permita que cada país elija en libertad su destino político, social y económico, de acuerdo a la voluntad de su pueblo.
Que deje la política de la intromisión que fue una característica de las relaciones entre los Estados Unidos y los demás países americanos.
A juzgar por las primeras señales es posible que el presidente norteamericano Barack Obama, esté interesado en seguir ese camino, lo cual sería, evidentemente, positivo.
Barack Obama mostró en la Cumbre una actitud conciliadora y escuchó, con respeto y se4renidad las más duras críticas que diferentes mandatarios realizaron contra la política imperial del pasado.
Conciliador, el presidente norteamericano pidió que se abra una nueva etapa, procurando que los errores del pasado vayan siendo olvidados paulatinamente.
También conciliador Barack Obama estuvo de acuerdo en que se analice el tema de Cuba, país que sufrió durante medio siglo, un tremendo bloqueo económico y comercial, sólo por haber cometido el tremendo pecado de pretender liberarse del dominio del imperio.
Una gran parte de las naciones del continente, entre ellas Bolivia, expresaron un enérgico reclamo por esa situación, de manera que ahora Estados Unidos está conminado a levantar la medida.
El asunto es tan definitivo que presidente como Inacio Lula Da Silva del Brasil, expresaron que ya no es posible que vuelva a haber una nueva cumbre de países del hemisferio, sin la presencia de Cuba.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, fue un poco más lejos en esa postura, planteando que esa nueva reunión se lleve a cabo, justamente, en la ciudad de La Habana, capital de la isla.
Resultan, dentro de este tema, de gran importancia, las declaraciones de la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, reconociendo que la medida del bloqueo con Cuba fue un tremendo fracaso.
Era una medida destinada a derribar al gobierno de Fidel Castro y a destruir la revolución cubana, que fracasó ruidosamente por la voluntad y la energía de ese pueblo.
Cuba, pues, al cabo de medio siglo de bloqueo, emerge triunfante, constituyendo, para los demás países del hemisferio, un ejemplo de lucha y dignidad.
En la Cumbre se habló también de termas como el narcotráfico, la energía, la pobreza o la asistencia financiera, y se emitieron resoluciones que apuntan a hacer esfuerzos para encararlos.
Quedó pendiente, sin embargo, el gran tema de la crisis internacional, por la postura de muchas naciones, de que la misma no se podrá resolver con las medidas que han ido adoptando las potencias capitalistas del planeta.
La crisis es estructural, no coyuntural, dijeron varios presidentes, de modo que su solución radica en una modificación a fondo del sistema capitalista, y eso es algo que los Estados Unidos no aceptan.
No hay, pues, acuerdo, en la forma de encarar la crisis, de manera que ahora las naciones buscarán sus propios caminos para superar esta catástrofe, uniéndose en bloques de acuerdo a sus expectativas.
Desde ya los países del ALBA y los de UNASUR, manejan sus particulares propuestas, que no coinciden con las de las naciones capitalistas.
Mucho material va a dejar para el comentario, la V Cumbre de las Américas, realizada en Trinidad y Tobago.
Lo que queda claro es que, a partir de la misma, las cosas ya no serán nunca más como fueron antes, con el predominio absoluto de los Estados Unidos.
Que van a cambiar porque, justamente, ha llegado la hora del cambio, no sólo en Bolivia, sino en el continente.
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