“Se han multiplicado los espacios donde Dios no está, se prefiere archivar a Dios, a este Dios nuestro, de nuestra fe”.
Eso dijo el cardenal Julio Terrazas, en su homilía del domingo 5 de abril pasado, y esas son palabras que, con seguridad, no corresponden a la verdad.
Porque por ningún lado se ve el afán de nadie de pretender archivar a Dios.
Dios es parte indivisible, fundamental, entrañable del espíritu nacional
Dios está en las oraciones de los bolivianos.
Está en las ceremonias religiosas a las cuales el pueblo concurre y está en los hogares representado de muchas formas.
¿De dónde, entonces, el Cardenal se habrá sacado esa idea de que alguien quiere archivar a Dios en nuestro país?
Es cierto que la religión católica no es más la religión oficial del Estado boliviano, pero eso no es malo.
Por el contrario, es una cosa positiva, porque de ese modo se resarce una antigua injusticia, como era la de privilegiar a la religión católica sobre otras religiones cristianas o no cristianas, que también tienen su derecho a contar con un lugar en el marco de las creencias de los bolivianos.
La nueva Constitución Política del Estado garantiza y respeta la plena libertad de cultos y creencias y, de ese modo, está reconociendo el lugar supremo que debe tener Dios en la vida de la comunidad boliviana.
Dios, entonces, no está siendo archivado por nadie, y eso se observará nítidamente, en lo que se refiere a la religión católica, en los actos religiosos de la Semana Santa donde, como de costumbre, el pueblo se volcará con toda su fe, con todo su amor por el Cristo que entregó su vida por los pecados de la humanidad.
Ya, el domingo 5 de abril, las iglesias católicas estuvieron rebosantes de fieles que adquirieron e hicieron bendecir sus palmas, rememorando la entrada triunfal, sobre un asno, de Jesús en Jerusalén.
Y ya los fieles se preparan para las procesiones y para los rituales que rememoran el drama del Calvario.
Observando esa concurrencia, cargada de fe, el Cardenal se dará cuenta de que Dios no está archivado, de ninguna manera, sino que está vivo, presente, en el alma del pueblo.
Pero, claro, decir que a Dios se lo está archivando, es poner la inquina contra alguien, y ese no es precisamente, un sentimiento cristiano.
El Cristianismo, según todo conocemos, es una religión que, por encima de todo, después del amor a Dios, promueve el amor al prójimo.
Eso implica comprenderlo, hasta en sus errores, y no incitar contra él sentimientos de rencor de ninguna clase, ni menos decir mentiras.
¿Quién o quiénes están archivando a Dios?
El Cardenal no lo dijo directamente, pero con sus palabras se refirió a las personas, que hoy conducen el gobierno, y esa fue una actitud claramente política.
Ahora, al ponerse nuevamente contra el gobierno, el Cardenal se puso del lado de la oposición, y esa es otra postura política que no va a tono con el rol de un Cardenal.
Ya en anteriores ocasiones, particularmente en el referendo revocatorio, los sectores de oposición se esmeraron en usar la religión en sus campañas políticas.
En grotescos videos, tratando de manipular la fe del pueblo, llegaron a decir que votar por Evo Morales era votar contra Dios, y que si Evo Morales ganaba, la religión sería suprimida.
Pero esa ridícula forma de hacer propaganda política les salió absolutamente al revés porque el pueblo, que es mucho más inteligente que los políticos de oposición, por lo mismo votó por el presidente, y le permitió ser ratificado con un porcentaje superior al que había obtenido en la elección presidencial de diciembre del 2005.
Lo lamentable fue que se usara la imagen de Dios en fines políticos y, más aun, en fines políticos perseguidos por los grupos de la derecha que son contrarios a los sectores populares los cuales, a su vez, son los preferidos de Dios.
Ahora, de manera más sutil, menos directa, el Cardenal aparece haciendo también política, pretendiendo enardecer los ánimos de algunas personas que, ingenuamente, pueden creer que existe, de verdad, un manifiesto y malvado propósito de archivar a Dios, como si a Dios se lo pudiera archivar.
Como era de esperar, responsables del gobierno reaccionaron contra el injusto ataque y el Cardenal apareció, una vez más, como protagonista de inútiles choques que no van a tono, para nada, con el espíritu del Evangelio.
¿No habrá nadie que le asesore al Cardenal Terrazas?
Su palabra debería ir en la búsqueda de una sociedad fraterna, más humana de lo que fue hasta el momento, menos racista y menos discriminadora, una sociedad de diálogo, capaz de superar los pecados estructurales que la caracterizaron.
Pero, en lugar de ello, muchas de las palabras del Cardenal incluyen velados ataques contra el gobierno, sin entender la magnitud del cambio social, político y espiritual, que ese gobierno está promoviendo con el apoyo de la gran mayoría de la población, donde están los pobres, los favoritos de Dios.
Decir que Dios está siendo archivado en Bolivia ha sido, pues, una frase muy desafortunada del Cardenal.
Una frase que, en lugar de convocar a la unidad, ha contribuido al enfrentamiento, y ello es una actitud que no va a tono con lo que la Iglesia propone ni predica.
Sobre ello debería reflexionar el Cardenal, en estos días de Semana Santa, mirando la imagen de ese Cristo que entregó su vida preciosa por los pecados de nosotros, los seres humanos.
viernes, 17 de abril de 2009
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