Habló el Cardenal en días pasados, y dijo varias cosas que registró la prensa.
En una de esas declaraciones expresó que en nuestro país “los problemas son muchos, las dificultades se multiplican, hay desaliento en lo social, hay desesperanza de cambios profundos y verdaderos, se han multiplicado los espacios donde Dios no está, se prefiere archivar a Dios, a este Dios nuestro, de nuestra fe”.
Mirando superficialmente se podría entender que el Cardenal Julio Terrazas tiene una genuina preocupación por lo que pasa en Bolivia pero, observando con más cuidado, las palabras del Cardenal son, en un sentido obvias y, en otro sentido, inexactas, pues no reflejan la realidad de lo que ocurre en Bolivia.
Los problemas son muchos, dice el Cardenal, y con ello no está descubriendo nada, porque es evidente que los problemas son muchos.
Es más, siempre fueron muchos, demasiados y en ningún momento del pasado se hicieron esfuerzos por encararlos.
Problemas concretos que sufrían las familias, que tenían su raíz básicamente en la pobreza, y problemas estructurales, donde se encontraban las causas de esa pobreza.
Problemas de grupos de gran poder económico, grupos oligárquicos entronizados en los gobiernos, que gobernaban para sí mismo, y que usufructuaban del trabajo ajeno, quitándole a los pobres el pedazo de pan que les pertenecía.
Problemas de injusticia de toda una nación servil al imperio por acción de los políticos neoliberales que, voluntariamente, se ponían a su servicio.
Esos eran los problemas esenciales de Bolivia, y eran muchos evidentemente.
Pero ocurre que ahora, por primera vez, se están haciendo esfuerzos por encararlos y superarlos, empezando por lo esencial, que es velar por la soberanía boliviana, buscándole a la Patria un camino de dignidad y autonomía como nunca antes lo tuvo.
El Cardenal, entonces, en lugar de quedarse en lo obvio, que es señalar que los problemas en Bolivia son muchos, debería referirse a ese esfuerzo de dignidad e independencia, que permitió la recuperación de recursos estratégicos, como los hidrocarburos, con los cuales se puede, realmente, planificar un verdadero desarrollo para Bolivia.
Las dificultades se multiplican dice el cardenal pero, ¡claro!, ¿cómo no se van a multiplicar si hay sectores privilegiados que no quieren perder sus privilegios?
¿Cómo no se van a multiplicar las dificultades si las iniciativas para impulsar al país hacia mejores horizontes, son bloqueadas sin misericordia, y de manera sistemática, por los que manejaron la Patria dentro de un modelo de extremada injusticia como fue el neoliberalismo, y que ahora demostró su inviabilidad con la crisis que enfrenta el mundo?
Las dificultades se multiplican, y seguirán multiplicándose en un futuro inmediato y mediato, porque la crisis internacional, crisis del capitalismo, llegará con sus efectos nocivos a todas las naciones del mundo, y como Bolivia es parte del mundo, no tendrá más remedio que soportarlos.
Lo importante, sin embargo es que ahora, al haberse recuperado los hidrocarburos, Bolivia estará en mejores condiciones para encarar la crisis de lo que hubiera estado antes, cuando los políticos neoliberales dominaban la política.
En lugar de limitarse a decir que las dificultades se multiplican, el Cardenal debería ahondar en esta situación, para hacer comentarios más acertados.
Hay desaliento en lo social, dijo el Cardenal, y en ello simplemente anduvo equivocado, porque si existen sectores que no están desalentados en nuestro país, son los sectores sociales.
Porque esos sectores, merced a los cambios que propone la nueva Constitución Política del Estado, entienden que ahora sí, por fin, después de décadas y hasta siglos de opresión, se les abre como nunca un futuro de progreso y desarrollo.
Campesinos y gente de las naciones originarias accederán a tierras y territorios y gozarán de un apoyo estatal permanente, para constituirse en actores centrales de la economía boliviana.
Una economía que buscará el bienestar del ser humano, particularmente de los más pobres, y que no privilegiará el capital de los ricos, como sucedía antes.
Las organizaciones sociales, los pueblos originarios, la mayoría de los bolivianos, se hallan muy alentados por lo que ocurre en Bolivia, de modo que el Cardenal Julio Terrazas anda desubicado cuando cree que cunde el desaliento.
Y si no lo cree, que pregunte a las propias organizaciones sociales, que mantienen su apoyo incondicional al cambio.
Hay desesperación de cambios profundos y verdaderos, dijo luego el Cardenal Terrazas y aquí habría que preguntarle si no ha leído la nueva Constitución Política del Estado.
Porque si la hubiera leído entendería que allí están plasmados los cambios más profundos que el país podría esperar.
Cambios que, de concretarse sin los obstáculos actuales, harán de Bolivia una nueva nación, mucho más digna, justa y soberana de la que tuvimos desde su fundación.
Por último el Cardenal dijo que se está pretendiendo archivar a Dios en nuestro país, y ello sí que es una simple tontería.
Porque Dios está en el espíritu del pueblo, muy vivo y vigente, y de allí nadie lo moverá.
Y el corazón del pueblo no es un archivo sino un cálido lugar que clama por la justicia social
viernes, 17 de abril de 2009
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