miércoles, 14 de enero de 2009

Si no hay nueva Constitución, no habrá autonomías

Walter Guiteras, parlamentario latifundista, ha declarado que con nueva Constitución o sin nueva Constitución, las autonomías departamentales van a entrar en vigencia después del 25 de enero.

Esa afirmación, como se ve, refleja prepotencia y soberbia, y se acomoda a la mentalidad de la gente de las clases dominantes, que durante décadas han creído que ellos pueden imponer su voluntad en el país, sin que haya nadie que pueda contradecirles.

Eso ha sido así, en efecto, en el pasado, cuando regían las dictaduras militares o los gobiernos neoliberales, que tenían como objetivo favorecer, justamente, a esos sectores dominantes.

Más exactamente, esos gobiernos neoliberales y esas dictaduras militares, estaban constituidas por gente proveniente de las clases dominantes, de modo que todas las medidas que adoptaban habían sido diseñadas para favorecerse a sí mismas.

En esa medida, ninguna de las políticas nacionales, o muy pocas, tenían el objetivo de favorecer a los sectores populares.

Los ricos, los grandes empresarios, los latifundistas, canalizaban hacia sí mismos, una mayor parte de los recursos económicos que venían del exterior, y que debían favorecer, supuestamente, el desarrollo de toda la nación.

Ese asalto a los indicados recursos ocasionó, algunas veces, la quiebra de algunos bancos, como el Banco Agrícola, que tuvo que cerrarse porque los grandes empresarios no devolvieron los dineros que se prestaron.

El Banco Agrícola, dicho sea de paso, había sido constituido para apoyar a los pequeños productores, pero nunca cumplió esa función porque fueron los grandes empresarios los que se apoderaron de sus recursos.

Esos mismos sectores dominantes aprobaron leyes que les permitían explotar sin control alguno, los recursos naturales del país.

De ese modo se apoderaron de bosques enteros para acabar con las maderas valiosas, se apoderaron de yacimientos de piedras semi preciosas para negociarlas con empresas extranjeras, se apoderaron, inclusive, de lagunas enteras y de otros recursos hídricos, para usarlos en su beneficio.

Ni qué hablar de la tierra, que fue copada en miless de miles de hectáreas, por grupos pequeños de oligarcas y latifundistas.

Para avalar ese su asalto permanente al país, los señalados sectores dominantes de derecha, controlaban el parlamento nacional, a través de sus partidos tradicionales, como el MNR, la ADN o el MIR, y controlaban el poder judicial, pues eran ellos mismos los que nombraban a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, o del Tribunal Constitucional o del Consejo de la Judicatura.

En otras palabras, que las clases de la derecha dominante, eran las dueñas de Bolivia.

Con esa mentalidad, sin entender que ahora las cosas están cambiando, desafiante pero también desubicado, el senador Walter Guiteras ha declarado que con nueva Constitución o sin nueva Constitución, las autonomías departamentales van a comenzar a ser aplicadas a partir del 26 de enero.

Ahora bien, podrá decir lo que quiera, el parlamentario Guiteras, pero lo evidente, es que si no hay nueva Constitución, no habrá autonomías.

Porque las autonomías no están contempladas en la actual Constitución, de manera que si el 25 de enero vence el No, las señaladas autonomías se verán postergadas indefinidamente.

Aquí es importante insistir en que el proyecto de nueva Carta Magna sí contempla las autonomías, pero no sólo las departamentales, sino también las municipales, las indígenas y las regionales, constituyendo un nuevo modelo de organización y de funcionamiento de la Nación.

En efecto, en el primer artículo de la nueva Constitución se lee que “Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías.

Bolivia se funda en la pluralidad y en el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país”.

En relación a la autonomía, el artículo 272 señala que “La autonomía implica la elección directa de las autoridades por las ciudadanas y ciudadanos, la administración de sus recursos económicos y el ejercicio de las facultades legislativa, reglamentaria, fiscalizadora y ejecutiva por sus órganos del gobierno autónomo en el ámbito de su jurisdicción y competencias y atribuciones”.

Así, pues, las autonomías están garantizadas en la nueva Constitución, debiendo solamente, acomodarse a las competencias que esta misma Constitución señala.

Entonces, aun cuando vocifere y desafíe, el señalado parlamentario Walter Guiteras debe entender que si no se aprueba la nueva Constitución, las autonomías no podrán jamás entrar en vigencia.

Y si no lo cree que mire al prefecto Rubén Costas, quien también dijo que la autonomía cruceña iba a empezar a aplicarse inmediatamente, y ya han transcurrido muchísimos meses desde esa declaración, y en Santa Cruz no ha pasado absolutamente nada.

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