lunes, 10 de noviembre de 2008

Se debe luchar por el derecho a una información liberadora

René Chávez es un terrateniente que posee tres haciendas en la zona de Alto Parapetí, en la provincia Cordillera del departamento de Santa Cruz.

En una de estas haciendas, concretamente en la hacienda Itacuatía, viven alrededor de 30 familias de guaraníes en condición de servidumbre.

Eso quiere decir que trabajan para el latifundista Chávez sin percibir ningún salario recibiendo, como compensación por el mismo, solo comida y ropa.

Los mencionados guaraníes sometidos a una situación de semi esclavitud, consideran que esa condición es normal, que el patrón es una especie de padre que les provee de lo necesario para que no se mueran de hambre, que le deben obediencia absoluta, sin conocer ni reflexionar sobre las graves violaciones que están sufriendo en sus derechos de seres humanos.

Ahora bien, este terrateniente René Chávez, reunió un día a los guaraníes que viven en su hacienda, y les prohibió que escuchen las emisiones de la Radio Comunitaria “Ñandutí”, perteneciente a la Asamblea del Pueblo Guaraní.

La indicada emisora, integrante de la Red Patria Nueva, transmite desde la ciudad de Camiri y va hablando todos los días sobre, justamente, los derechos de los pueblos originarios, sobre los derechos que tienen los hombres y mujeres de estos pueblos a vivir una vida digna, a recibir educación, a percibir un salario justo por su trabajo, a tener libertad para tomar sus decisiones personales, a no estar sometido a las arbitrariedades de los patrones.

Todos esos contenidos, elementales para que los guaraníes accedan a niveles de conciencia que los encaminen a su liberación, para el terrateniente Chávez no son otra cosa que mensajes subversivos y entonces, con una clara mentalidad fascista les prohibió que los escuchen.

No le interesó que, de ese modo, estaba cercenando, a esos hombres y mujeres guaraníes, su derecho a la información, su derecho a la educación y su derecho a la elección.

Simplemente les prohibió escuchar las emisiones de Radio “Ñandutí”, amenazando con castigos severas a los que transgredieran esta prohibición.

Para nada quiere, el latifundista René Chávez, que los guaraníes a su servicio conozcan que en Bolivia está ocurriendo un proceso de cambio que apunta, justamente, a terminar con esas tremendas situaciones de injusticia que se arrastran prácticamente desde la Colonia.

Chávez, como se observa, quiere en sus haciendas gente sin ninguna conciencia, que acepte callada sus imposiciones y, sobre todo, que constituya la fuerza de trabajo casi gratuito para proporcionarle a él una vida de lujo y molicie.

Ahora bien, este atentado gravísimo contra el derecho de la gente a la información, se reproduce también en las principales ciudades y en otros ámbitos de nuestro país.

Es verdad que en las ciudades no hay patrones que obliguen a la gente a no escuchar, o leer, o mirar uno u otro medio de comunicación social.

Pero sí hay empresarios de la comunicación, dueños de los medios, que también hacen un trabajo parecido a la prohibición, transmitiendo contenidos que no tienen relación con la realidad, distorsionando las informaciones, mintiendo, confundiendo las cosas y, en resumen, procurando crear corrientes de opinión que vayan a favor de los grupos dominantes.

Salvando las distancias, una mayoría de esos empresarios de los medios privados de comunicación, están haciendo una tarea muy parecida a la que realiza el latifundista René Chávez, que prohibió a los guaraníes a su servicio, escuchar las emisiones de la Radio “Ñandutí”, para que no se les ocurriera sumarse al proceso de cambio que ocurre en el país.

Los grandes medios de comunicación social particularmente redes de televisión, quieren alejar a la población de las ideas de cambio, tapándoles los ojos y los oídos, mostrándole un escenario nacional que está muy alejado de la realidad.

Lo que corresponde, entonces, es que ambas estrategias sean rechazadas y que, dentro del gran cambio estructural y político que sobrevendrá en la Nación, la gente reivindique su derecho a una información liberadora, que la aparte de los esquemas de alineación que tradicionalmente han predominado en nuestro país.

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