Alberto “Chito” Valle se está dando una vida de lujo y molicie en Rurrenabaque.
Así se entiende de un reportaje aparecido recientemente en el periódico La Prensa de la ciudad de La Paz.
El reportaje describe esa vida de bienestar, señalando cosas como las siguiente.
“Chito Valle disfruta de unas cervezas y de la compañía de agradables jovencitas en un pub de Rurrenabaque.
No ha llegado la medianoche y en una apartada mesa sonríe a quienes lo saludan de lejos.
Prefiere no hablar con extraños y cuando siente el flash de alguna cámara fotográfica, se acerca al autor y en un tono sarcástico, sospechando que el fin era retratarlo, le dice “si quiere se lo firmo”.
Alegre y tranquilo, la vida del ex prefecto paceño transcurre sin alteraciones mientras lejos, en Sucre, la justicia se sume en papeleos, con el temor de perder la oportunidad de procesarlo y de aclarar los varios delitos por los que se lo acusa.
Frecuentemente la ex autoridad pasea por las calles de esta localidad beniana, sin apuros ni preocupaciones.
El resto del tiempo lo pasa en el hotel que, según el gobierno, está a nombre de unos alemanes pero que, según la voz popular, le pertenece.
También conduce erguido un cuadratrack, perfecto para que el viento le refresque la pesadez del calor amazónico, para lucirse y saludar a la mitad de la gente del pueblo que le conoce.
Al día siguiente camina por La Orilla, el pequeño puerto de esta localidad turística, con rumbo a su bote a motor.
Está vestido todo de blanco, lo que resalta su piel clara y la barba característica con la que se lo recuerda en todas las fotografías”.
Como puede verse, Alberto “Chito” Valle, yerno del fallecido general Bánzer Suárez, vive una vida de rey, sin preocuparse de que la justicia lo llegue a sancionar porque la tal justicia está al servicio de los poderosos que manejaron el gobierno en décadas pasadas.
Este ex prefecto, según se recuerda, está acusado de haber rematado, de manera ilegal, 152 vehículos de la Prefectura, a precio de chatarra; de haber vendido, de la misma manera, maquinaria pesada del Servicio de Caminos que pasó a la prefectura; de haber vendido un inmueble de propiedad de Estado; de haber adquirido muebles con enormes sobre precios que sirvieron para que instalara un dormitorio de lujo en la misma Prefectura para sus constantes bacanales; de haber ordenado la reparación de la piscina de Obrajes con otro sobre precio, y de varios delitos más.
A pesar de ello, y de los muchos años que dura el proceso en su contra, “Chito” Valle permanece libre y feliz, sumamente protegido por una justicia corrupta.
Recientemente, el 27 de octubre de este año, la defensa de “Chito” Valle presentó un recurso de habeas corpus en la Corte Suprema de Justicia de Sucre, el cual fue apoyado por los vocales Elena Lowenthal y Oswaldo Fong.
Coincidentemente, esos mismos vocales de Sucre, Elena Lowenthal y Oswaldo Fong, fueron los que ordenaron la liberación del ex prefecto de Pando Leopoldo Fernández.
Además de los señalados vocales, otros conjueces como David Añez Alí,. Freddy Serrano Roca y Víctor Hugo Escobar también favorecieron a “Chito” Valle, dilatando el proceso, buscando que la acción judicial se extinga por el tiempo transcurrido.
Una maniobra que también tiene su similitud con lo que pasa en el juicio de responsabilidades contra Gonzalo Sánchez de Lozada, el cual ha sido trancado, detenido y obstaculizado por la Corte Suprema, desde hace cinco años.
Sánchez de Lozada, lo mismo que “Chito”Valle, lleva una vida de lujo en los Estados Unidos siendo invitado, inclusive, a reuniones, ceremonias y a dictar conferencias en algunas universidades y centros empresariales.
Gonzalo Sánchez de Lozada, Leopoldo Fernández y Alberto ”Chito” Valle, enfrentan acusaciones por homicidio y asesinato, además de estafa, malversación, robo agravado y asalto a los bienes del Estado, pero ahí están, felices y como grandes jerarcas, rellenos de dinero, riéndose en la cara de los bolivianos que quisieran verlos en la cárcel, pagando por los daños que le hicieron al país.
Protegidos, cuidados, amparados por magistrados como Lowenthal y Fong que fueron parte de sus círculos políticos, sociales y hasta familiares y que ahora, con una conducta cínica hasta el extremo, no dudan en devolver favores del pasado.
Planteadas así las cosas, ¿habrá alguna posibilidad real de que los mencionados personajes sean sancionados por la ley?
La respuesta a esa pregunta, es la duda.
Menos mal que jueces y magistrados como los señalados, serán barridos de sus cargos en poco tiempo más, cuando el pueblo boliviano apruebe la nueva Constitución Política del Estado.
Sólo ese consuelo queda ante la justicia podrida que los bolivianos tenemos que soportar todos los días.
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