lunes, 10 de noviembre de 2008

Comienza la última caminata

El pueblo boliviano ha de iniciar su última caminata para concretar el cambio histórico que ha venido propugnando en los últimos años.

La marcha comenzará el 13 de octubre en Caracollo y llegará a La Paz para tender un cerco al congreso.

No habrán desmanes, ni agresiones, ni violencia, porque esos son métodos fascistas.

Habrá, si, una gran presión social que se extenderá a lo largo de los días y que no ha de cesar hasta que los parlamentarios aprueben la ley de convocatoria a referendo para aprobar el nuevo texto constitucional.

Después llegará la consulta y, al final, venciendo todas las conspiraciones de la derecha Bolivia podrá apoyarse en su nuevo marco jurídico para concretar la transformación de sus estructuras de injusticia.

Los grupos de poder han de intentar quitarle legalidad al referendo señalando los argumentos de siempre.

Que la nueva constitución no es el resultado de un absoluto consenso en el país, que fue aprobada en un recinto militar, que tiene la desaprobación de la mayoría del pueblo, y a hasta que nació bañada en sangre.

Esos argumentos son fútiles, porque, si se recuerda, el periodo preconstituyente fue muy largo.

Se seleccionaron los temas neurálgicos y se establecieron mesas de trabajo en las que participaron una mayoría de los sectores de la sociedad civil, de acuerdo a su especialidad e interés.

De esas mesas emergieron propuestas y conclusiones que tuvieron amplia difusión en la prensa y en otros medios de comunicación.

Posteriormente, una vez instalada la asamblea constituyente los asambleístas concurrieron a los diferentes departamentos del país a seguir recogiendo sugerencia y propuestas de los diferentes sectores sociales, para enriquecer el debate que, a esas alturas ya había sido muy amplio.

Mas tarde el dialogo prosiguió superando innumerables argumentos y objeciones de los grupos minoritarios que, según se vio claramente tenían la consigna de llevar a la asamblea al fracaso.

De modo mañoso, esos grupos introdujeron el tema de la capitalidad y entonces la asamblea se entrampó en un clima de enfrentamiento y violencia donde afloraron sentimientos tan aberrantes como la discriminación y el racismo, que antes habían permanecido tapados por una capa de falsa democracia y, todavía más falsa, igualdad.

A pesar de toda esa conspiración con asambleístas hostigados, perseguidos, heridos, golpeados y a punto de ser asesinados, la asamblea continuó adelante buscando protección en un liceo militar.

De allí, resolución mediante, se fue a Oruro, y Oruro recibió la distinción de ser el distrito donde nació la nueva carta magna.

La oposición se desmarcó de estas últimas etapas, pero ello no le quitó para nada legitimidad al nuevo texto que fue aprobado por una mayoría de los asambleístas y siguiendo todos los procedimientos que la ley señalaba.

El camino, pues, para la aprobación del nuevo proyecto de constitución fue muy difícil por la terminante oposición de los grupos de las oligarquías que no aceptaban, y aún no aceptan perder privilegios que hasta ahora disfrutaron.

Pero ahora ha llegado el momento de las decisiones.

El nuevo texto constitucional no se abre ni se modifica.

Simplemente se lo lleva a referendo y se lo aprueba, si es que el pueblo quiere aprobarlo.

Después, en la medida en que se vayan implementando las nuevas leyes, se lo irá puliendo, resolviendo las contradicciones o falencias que pudiera tener.

Lo importante, lo esencial es que se imponga la voluntad popular predominando sobre los intereses de los grupos de la extrema derecha que se atrincheraron en los comités cívicos y en los latifundios del oriente y del sur del país.

La última marcha, la definitiva, entonces, esta por comenzar y a ella deberán sumarse los bolivianos que acrisolen el sentimiento de patria y que quieran un mejor país.

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