Resultó, pues que el modelo capitalista neoliberal con el que se planeaba globalizar al mundo tenía cimientos de barro.
Que la lógica de acumulación, de especulación en los mercados financieros, soslayando la realidad económica no era nada más que una burbuja que algún día tenía que reventar, obligando a los especuladores a poner los pies en el suelo.
Un suelo que ahora esta remecido, que tiembla y que amenaza con desmoronar toda la estructura capitalista sobre el asentada.
Estalló la burbuja, se caen las bolsas de valores, quiebran los bancos más poderosos en una cadena de domino, la desorientación y el pánico comienzan a aturdir a las masas humanas de las naciones más desarrolladas, y los países comienzan a imaginar las medidas más rápidas para resguardarse lo más posible de esta hecatombe que, obviamente, ya no es solo norteamericana sino que afecta al planeta.
Ahora bien, en esta perspectiva, ¿cuales son esas medidas preventivas que podrían salvaguardar a las economías de los efectos de la crisis?.
Primero que nada, alejarse lo más posible del epicentro del sismo.
Segundo volcarse al fortalecimiento de una economía interior que apunte al mejoramiento de los sectores productivos y al abastecimiento de alimentos y de artículos esenciales como los medicamentos.
Y luego trabajar en la construcción de formas de funcionamiento económico que resulten una alternativa al modelo neoliberal que esta cayendo, así como en su momento cayó el muro de Berlín.
Dentro de esta búsqueda adquiere, pues, un particular valor el planteamiento económico del actual gobierno que decidió el paulatino desmantelamiento del sistema neoliberal para reemplazarlo con una economía mixta más cercana a la realidad boliviana.
Ese nuevo modelo, en efecto, esta basado en la convivencia de cuatro formas económicas de funcionamiento paralelo.
Una economía de corte liberal, exportador, con obvias inserciones en los mercados del mundo.
Otra economía de carácter comunitario, que sería particularmente fortalecida con miras al abastecimiento del mercado interno, de particular importancia en la crisis que proviene del exterior.
Una tercera economía cooperativista que se movería entre la comunitaria y la capitalista, y una cuarta economía de carácter estatal.
En esta última el Estado recobraría un carácter empresarial en algunas áreas estratégicas de la actividad nacional y, al mismo tiempo, haría el papel de control y fiscalización de las otras economías, para evitar excesos o distorsiones de los mercados.
Bolivia, pues, como previendo la crisis mundial que ahora llegó, tiene en sus manos una respuesta que seguramente será adoptada también por otros países de la región latinoamericana.
Si a esto se suma que, merced a las políticas de recuperación de los recursos naturales, las reservas fiscales han mejorado substancialmente, resulta que nuestro país esta mejor apertrechado que otros para encarar la crisis.
Esto no quiere decir que no sentirá los efectos de la misma porque, efectivamente, no habrá rincón del planeta donde dichos efectos no se sientan, pero la misma podrá ser encarada sin demasiados sobresaltos y, sobre todo, sin comprometer demasiado las perspectivas de crecimiento nacional.
Ha comenzado pues, a desmoronarse el sistema capitalista y ello ha de implicar, como contrapartida el fortalecimiento del socialismo en cualquiera de sus modalidades económicas, sistema sustentado en principios de solidaridad, de búsqueda de un desarrollo equitativo, de un compartir de los bienes producidos, de control de los enriquecimientos excesivos, de rechazo a la explotación humana y de rechazo a la depredación del planeta.
lunes, 10 de noviembre de 2008
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