miércoles, 26 de noviembre de 2008

Carlos Mesa inició su campaña electoral

Carlos Mesa está con el “ojo en tinta”.

Parecía que no, pero sí, está con la sangre en el ojo y con un profundo afán de revancha.

Parece que, definitivamente, no ha podido asumir el rol poco airoso que jugó cuando estaba en la presidencia de la República, y que lo obligó a renunciar antes de tiempo, y hoy quiere volver para cobrar revancha.

Debe pensar, el ex presidente Mesa que, dadas sus condiciones de intelectual, o por lo menos de buen discursante, y dado el hecho de que en determinado momento pudo elevarse a las altas esferas del mundo de la política, no es justo ni correcto que ahora aparezca sumergido en círculos de poca notoriedad, medio en la oscuridad, con alguna que otra aparición pública que contrasta claramente con su anterior rol de presidente de la nación.

En otras palabras, que Carlos Mesa se considera a sí mismo una figura predestinada a papeles de mayor trascendencia en la historia boliviana, y por ello anda pensando en retornar a la política, según se desprende de una entrevista sostenida con el periódico La Prensa de la ciudad de La Paz.

Ahora, ¿con qué criterios Carlos Mesa está imaginando ese retorno?

¿Qué propuestas tiene para encarar ese retorno?

Para empezar planea construir un partido político donde ya no tendrían que reciclarse los viejos líderes políticos del pasado.

Construir el partido está bien y desestimar el apoyo de políticos viejos y mañosos está mejor pero, ¿no se considera Carlos Mesa parte de esa camada de políticos tradicionales que medraron del neoliberalismo?

Él fue vicepresidente de Sánchez de Lozada, y si bien se desmarcó de ese gobierno y no convalidó las represiones de octubre del 2003, lo evidente es que estuvo muy de acuerdo con el neoliberalismo que sostenían el MNR y la coalición que lo acompañaba.

Esa su postura condescendiente con el modelo de libre mercado lo llevó a desempeñar un papel demasiado evidente en defensa de las empresas petroleras transnacionales, poniendo en los cargos claves del sector energético, justamente, a personas que eran aliadas y hasta empleadas de esas empresas.

Cuando el pueblo reclamaba la nacionalización de los hidrocarburos, Carlos Mesa andaba “mareando la perdiz”, procurando canalizar algunos cambios menores que parecieran nacionalización, sin ser nacionalización.

Entraba en elucubraciones donde hablaba del “verdadero concepto de la nacionalización”, y todo para proteger los intereses de las petroleras.

¿Podrá, Carlos Mesa, librarse de ese pasado?

Dice luego, el ex presidente, que en su propuesta política estaría un explícito apoyo al cambio, donde haya una “inclusión del mundo indígena como igual y protagonista”.

Esa postura es adecuada pero, ¿no sería mejor que buscara planteamientos más concretos y novedosos sobre este tema?

Si el cambio ya está siendo impulsado por el actual gobierno.

Si los indígenas ya se están ganando, por sí solos, sin que nadie se los hable ni se los proponga, su amplia inclusión en la sociedad, y no sólo eso, sino que están encabezando las transformaciones estructurales del país.

¿Qué sentido tendría insistir en un cambio, cuando ese cambio ya se habrá concretado luego de la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado?

Habla luego, Carlos Mesa, de un programa que tendría como núcleo el mejoramiento de las condiciones socio económicas de los sectores populares.

Señala que se trabajaría, concretamente, en los campos de la salud y de la educación.

Decir eso es decir muy poco porque las grandes políticas educativas y de salud se van a desprender también del marco general de la nueva Constitución, que da prioridad a estas áreas a favor del pueblo.

Ahora, cuando Carlos Mesa estuvo en el gobierno, en algún momento cuestionó el sistema de pensiones, el de reparto, señalando que constituía una carga demasiado pesada para el Estado, e insinuando que debería discutirse su eliminación..

Eso pone en duda su supuesta sensibilidad para con los sectores populares.

Carlos Mesa tiene, según ha parecido siempre, más afinidad con sectores elitistas de la sociedad boliviana, antes que con gente de los niveles menos favorecidos de la población.

Un aspecto preocupante, y que aparece en la entrevista con el periódico La Prensa, se refiere a las relaciones del país con el mundo.

Dice, Carlos Mesa, que son necesarios para Bolivia los procesos de integración, las negociaciones de bloque, o los tratados de libre comercio.

Al aceptar esos tratados de libre comercio, que fueron la punta de lanza del gobierno ultra conservador de Estados Unidos para controlar las economías de los países latinoamericanos, el ex presidente Mesa está, nomás, mostrando su mentalidad neoliberal.

¿O se referirá a otros tratados y no a los tratados con los Estados Unidos.

De cualquier manera, sea como sea, Carlos Mesa ya está en campaña.

Para eso sirvió la entrevista que le hizo el periódico La Prensa.

Está con el “ojo en tinta”, y quiere cobrar revancha de su fracaso como ex presidente donde, por no saber leer la historia actual, cosa curiosa en un historiador, y por lealtad con su clase social, desperdició la oportunidad que le dio el pueblo para, justamente, pasar a la historia como un hombre transformador.

¿No constituirá, esta su nueva incursión en la política, un nuevo fracaso?

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