El número de personas desnutridas en América Latina aumentó en seis millones de personas, de acuerdo a un informe de la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Ese grave aumento en el número de seres humanos que no pueden cubrir adecuadamente sus necesidades alimenticias en la región latinoamericana, ha sido provocado por la espectacular subida de los precios de los alimentos que se vino registrando en los últimos tiempos.
Ahora, ¿cuáles son los factores para esa alza en los precios de los alimentos?
Los mismos han sido varias veces mencionados, pero conviene repetirlos.
Inicialmente el proceso de transformación de alimentos en combustibles, impulsado por las grandes potencias capitalistas del mundo.
Esos países, que enfrentan problemas por la escasez de combustibles, han decidido utilizar especies vegetales como el maíz, el azúcar, la palma y varias otras, para convertirlas en energéticos.
Con este proceso, como bien se entiende, se está privilegiando a las máquinas y a los automóviles antes que a los seres humanos.
Otros factores para el encarecimiento de los alimentos son el acelerado crecimiento de algunos países en desarrollo, que consumen más que antes y el elevado costo de los insumos agrícolas ocasionado por el alza del precio del petróleo.
También se mencionan los fenómenos climáticos adversos, como los de La Niña y el Niño que afectaron grandes regiones agrícolas del mundo, la reducción de las reservas de alimentos y la especulación en los mercados.
Si continúa esta tendencia a la elevación en los costos de los alimentos, alrededor de 15 millones de personas pasarán, también en nuestra región, a una situación de extrema pobreza, según estimaciones de la Comisión Económica Para América Latina CEPAL.
Como es lógico, esta situación se ha de reflejar igualmente en una disminución de las expectativas de crecimiento previstas para nuestros países.
Pero esta disminución no está afectando sólo a las naciones latinoamericanas o de otras regiones del mundo en desarrollo, sino también a las grandes potencias capitalistas.
Un ejemplo de ello son los propios Estados Unidos, cuya economía se ha desacelerado gravemente, arrastrando a la quiebra a poderosos bancos y entidades financieras, particularmente del área de las viviendas.
Como pocas veces en su historia, el gobierno norteamericano ha tenido que acudir en dos oportunidades a sus reservas federales para inyectar recursos a su sistema financiero buscando alguna reactivación.
Esas medidas, según se advierte, contradicen principios básicos del libre mercado, que loa propios Estados Unidos han ido sosteniendo e imponiendo a otros países, en el curso de las últimas décadas.
El modelo de desarrollo ultra capitalista que se impulsaba desde ese centro del poder imperial esta demostrando, con esta crisis, que no es el mejor para garantizar un desarrollo sostenible, y menos para resolver los problemas de pobreza que se observan en muchas regiones del planeta.
En otras palabras, que lo que corresponde ahora es que la humanidad diseñe otros modelos de desarrollo basados no en los inhumanos principios capitalistas de la acumulación sin límite, sino en otros que pongan la economía al servicio del ser humanos, y no al revés como ha venido ocurriendo hasta ahora.
En este marco, resulta de particular importancia la propuesta del actual gobierno de nuestro país, que plantea una economía mixta donde funcionen de manera coordinada una economía de mercado, otra comunitaria y otra estatal, con un adecuado control y fiscalización del Estado, para evitar los excesos que antes se observaban.
El libre mercado impuesto por los centros capitalistas, usando como instrumentos de presión a organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial está, pues, desmeritado por sus malos resultados, demostrados ahora con la crisis que soporta la economía norteamericana, y con el otro grave problema del alza incontrolable de los alimentos en el mundo.
Ahora, en lo que toca a Bolivia, resulta importante la estrategia del gobierno del presidente Evo Mórales, que ha determinado apoyar al sector productivo, particularmente al dedicado a la producción de alimentos.
El problema de los alimentos tiende a agravarse, según los informes de la FAO y de la CEPAL, de modo que una política sabia debe apuntar a una suficiente producción de alimentos, para garantizar el consumo de nuestra población, sin depender de las otras naci0nes.
Como se puede observar, esta estrategia modifica la lógica neoliberal con que se actuaba anteriormente, que privilegiaba las exportaciones antes que el abastecimiento interno
lunes, 22 de septiembre de 2008
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