lunes, 9 de junio de 2008

¿Para qué sirvieron las consultas sobre los estatutos autonómicos?

El fraude fue gigantesco y se dio de mil maneras en las últimas consultas sobre los estatutos autonómicos desarrolladas en Pando y Beni..

Las urnas, en Pando, fueron llevadas de un lado para otro y algunas inclusive, pasaron por domicilios particulares, antes de ser entregadas a la corte departamental electoral.

Urna en mano, algunas personas, que no pertenecían a la Corte, se fueron casa por casa, intentando obligar a las personas, a depositar su voto.

En una mesa donde habían 119 inscritos, resultaron votando los 119.

Lo grave fue que después apareció un vecino, que estaba inscrito en la señalada mesa junto con varios miembros de su familia, y dijo que ni él ni su familia habían acudido a votar y, entonces, ¿cómo era que aparecieron los 119 votos cuando los jurados electorales debían registrar esa ausencia?

Faltando apenas un par de horas para el cierre de las votaciones, se conocieron datos de que la abstención era de un 50.1 % de los votos.

Según la ley de referendo, si los votantes no sobrepasan el 50 % la consulta debe anularse, de modo que ese peligro se estaba cerniendo sobre el indicado acto.

De pronto, como por arte de magia, en la última hora y media de las votaciones, empezaron a llegar resultados de las provincias que señalaban que, en las tales regiones, la abstención había llegado apenas a un 20 por ciento.

Y fue con ese 20 % que se promedió la abstención general, y se la rebajó y así, de ese modo, se anunció que el Sí había ganado.

Ahora, el dato de que la abstención, en algunas regiones rurales era sólo de un 20 % constituía, a todas luces, una verdadera patraña, porque fue, justamente en esas zonas donde la resistencia al referendo había sido mayor.

La Corte departamental indudablemente había presionado a la empresa particular que manejaba los cómputos para que disminuyera el índice de abstención, y tal parece que la empresa hizo la magia respectiva para dar el triunfo al Sí

Entonces, por cualquier lado que se la mire, las consultas en Pando y Beni no fueron nada más que monumento a la mentira y al engaño

Porque las convocatorias fueron ilegal al no haber sido aprobadas por el Congreso de la República: porque no estuvieron autorizadas ni reconocidas por la Corte Nacional Electoral: porque hubo una clarísima parcialidad de las cortes departamentales electorales que hasta hicieron propaganda por el Sí; porque las irregularidades en las mesas de votación fueron muchísimas:, porque no hubo observadores nacionales imparciales, ni mucho menos internacionales, que verificaran la rectitud de la consulta.

Pero al margen de lo señalados, para algo sí sirvieron las consultas sobre los estatutos autonómicos tanto en Pando como en Beni.

Sirvieron para dar paso a una rebelión de los pueblos indígenas y de los sectores campesinos de ambos departamentos que, a decir del presidente Evo Morales, ahora es imparable.

Beni y Pando, como todo el mundo sabe, fueron regiones dominadas tradicionalmente por algunas familias de latifundistas.

Esas pocas familias, desde el pasado, eran dueñas de la tierra, dueñas de los 4ecursos naturales y hasta dueñas de las personas que trabajaban en sus campos.

De esas pocas familias dominantes salían los caciques que imponían su voluntad en la región, y salían los políticos que, como Leopoldo Fernández, prefecto de Pando, o Suárez Sattori, prefecto del Beni, incursionaban en la política, en los partidos neoliberales para, desde los sitios de poder del gobierno, preservar y proteger sus intereses familiares y personales en sus respectivos distritos.

Los sectores indígenas y campesinos, al servicio de esos clanes familiares, apenas sobrevivían y tenían organizaciones sociales muy débiles, sin mucha capacidad para reclamar por los abusos que sufrían, y menos para desarrollar alguna acción política más o menos contundente.

Alejados de las escuelas o centros de estudio, con poco acceso a las informaciones nacionales, sin conocer mucho sobre lo que ocurría en el país, no podían desarrollar una conciencia clara sobre sus particulares situaciones de explotación,

Pero de pronto ocurrió toda esa vorágine de las autonomías, planteadas por los sectores dominantes para preservar sus propios intereses y, entonces, de una forma u otra, los sectores sociales se vieron obligados a entender de este asunto y a reflexionar sobre lo que las autonomías significaban.

Debieron analizar temas como el de quiénes acumulan las riquezas, la tierra y los recursos naturales y quiénes no.

Sobre quiénes se aprovechan de quiénes para acumular fortunas.

Sobre quiénes habían elaborado el estatuto autonómico, y quiénes no habían sido ni siquiera consultados, y menos tomados en cuenta, en el mismo.

Sobre el proceso de cambio que se impulsaba desde la Asamblea Constituyente, y sobre la oportunidad histórica que se les planteaba para cambiar su suerte, y entonces la conciencia surgió clara y poderosa.

Y al calor de esa conciencia, de esa toma de postura política, indígenas y campesinos, que andaban débiles y dispersos, de pronto se unificaron y adoptaron la decisión de entrar en la lucha.

Y una primera manifestación de esa lucha fue el rechazo del estatuto autonómico elaborado por los ricos, y la decisión orgánica de abstenerse y boicotear la consulta.

Y ahora que la rebelión contra los patrones y los ricos ha comenzado, ya no va a detenerse, hasta que esas clases dominantes sean derrotadas, y hasta que indígenas y campesinos alcancen pleno reconocimiento a sus derechos.

Con la trampa de las autonomías y de los estatutos autonómicos, las clases dominantes del oriente intentaban proteger su poder y privilegios, desmarcándose del Estado.

La cosa les ha salido al revés, porque han unificado a los pueblos indígenas, que ahora entienden por dónde va la cosa y saben a quiénes hay que combatir y cómo se4 debe combatirlos.

Para eso sirvieron las consultas de los estatutos autonómicos, ya que fracasaron para dar a las clases dominantes, las contundentes victorias que buscaban.

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