lunes, 26 de mayo de 2008

¿Qué puede decir ahora, el Cardenal Julio Terrazas?

¿Y qué puede comentar ahora el Cardenal Julio Terrazas?

En la región de San Ignacio de Velasco, en Santa Cruz, el párroco de la colonia San Martín, padre Adalid Vega Veizaga fue golpeado brutalmente por miembros de la Unión Juvenil Velasquista, que constituye uno de los brazos provinciales de la Unión Juvenil Cruceñista.

El Padre Vega Veizaga, según relató él mismo, se había trasladado de la colonia San Martín a San Ignacio de Velasco, acompañado de un grupo de jóvenes de colegio para inscribirlos en el servicio pre militar.

Allí en San Ignacio de Velasco, fue interceptado por los matones de la señalada Unión Juvenil Velasquista, quienes lo acusaron de haber interferido en la votación por el estatuto autonómico y, a continuación, lo golpearon salvajemente, dejándolo prácticamente entre la vida y la muerte.

El hecho fue denunciado por varios vecinos de la indicada localidad, y ratificado por el obispo de San Ignacio, padre Carlos Sleiter.

Ahora bien, ocurrida esta agresión tan cobarde, ¿qué comentarios le podrán merecer al Cardenal Julio Terrazas, máxima autoridad de la Iglesia Católica boliviana?

¿Qué reflexiones? ¿Qué consideraciones?

¿Estará dispuesto, el Cardenal Julio Terrazas, a condenar, ahora sí, a la gente de la indicada Unión Juvenil Cruceñista?

¿O querrá que le hagan llegar pruebas de que la agresión existió y de que los agresores fueron gente de la señalada Unión Juvenil, como lo señaló el mismo agredido padre Adalid Vega Veizaga?

La señalada organización juvenil, como perfectamente lo sabe todo el mundo, es parte integrante del Comité Cívico de Santa Cruz.

Está manejada y dirigida por el Comité Cívico Pro Santa Cruz, y está financiada por el Comité Cívico Pro Santa Cruz, así como por la prefectura del indicado departamento.
De modo que, de la intención de agredir al padre
Veizaga, en San Ignacio de Velasco, el indicado Comité Cívico cruceño ha debido tener pleno conocimiento.

O, a lo mejor, fue el mismo Comité Cívico cruceño el que dio la orden para la agresión porque, en delitos de este tipo, como perfectamente lo saben todos, hay una parte ejecutora, que lleva a cabo el hecho, y otra parte intelectual que idea, planea, financia y ordena el delito.

Hecha esta lógica consideración, ¿reflexionará el Cardenal Julio Terrazas, sobre el grado de responsabilidad que tiene el Comité Cívico cruceño, en este lamentable caso?

Y, paralelamente, ¿tomará en cuenta que fue ese Comité Cívico el que impulsó de manera ilegal, mañosa y ladina, la consulta sobre el estatuto autonómico el pasado 4 de mayo?

¿Y pensará que él, utilizando su jerarquía cardenalicia, , respaldó, avaló y convalidó ese ilegal acto acudiendo a votar muy temprano, de manera urgente, y con el clarísimo ánimo de inducir a otros ciudadanos a hacer lo mismo?

¿Estará muy contento, el Cardenal Julio Terrazas, de haber apoyado la iniciativa de un Comité Cívico que, por un lado, desarrolla toda una acción fuera de la ley para imponer un estatuto y, por el otro, alienta agresiones brutales contra ciudadanos y hasta contra sacerdotes, como fue el caso del párroco de la colonia San Martín, que no aceptan la ilegalidad y que no están con ese proyecto?

¿Comentará algo, el Cardenal Terrazas, sobre este penoso caso, y reclamará la acción de la justicia, o se limitará a callar y a pedir diálogo entre los bolivianos?

Ahora, mirando lo acontecido, no puede el ciudadano dejar de recordar lo sucedido un sábado 22 de marzo de 1980, con el sacerdote jesuita Luis Espinal Camps.

El padre Espinal fue secuestrado cuando retornaba a su casa, introducido a una movilidad y llevado al matadero municipal de la ciudad de La Paz.

Allí lo torturaron durante largas horas, le quebraron el hueso esternón con un culatazo y, al final lo acribillaron con 17 balazos.

Sus asesinos eran paramilitares que respondían a las órdenes del coronel Luis Arce Gómez, quien fue después ministro del interior durante la dictadura del General Luis García Meza.
Esos paramilitares, posteriormente asesinaron al líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, y fueron culpables de la tortura y muerte de muchísimos otros dirigentes sindicales y políticos del campo popular.

Esos mismos paramilitares, psicópatas, sañudos, sin moral de ninguna clase, de tendencias criminales, tenían la misma mentalidad de la gente que conforma la Unión Juvenil Cruceñista, que en meses pasados cometieron tantas agresiones contra diferentes ciudadanos y que ahora golpearon en grupo y a mansalva, al sacerdote Adalid Vega Veizaga.

Si son capaces de golpear a un sacerdote hasta casi matarlo, no ha de ser extraño que, en el futuro, con apoyo de sus patrones, gente de la prefectura y del Comité Cívico cruceños, también lleguen a asesinar a otros ciudadanos, e incluso a otros sacerdotes que se pongan al lado del pueblo, como lo hicieron con el padre Luis Espinal, en 1980.

¿Estará pensando, el Cardenal Julio Terrazas, sobre estas claras relaciones entre unos y otros hechos, o andará despistado, señalando que lo sucedido con el padre Vega Veizaga es un caso fortuito o, peor aun, se limitará a pedir pruebas de lo ocurrido, y a reclamar la unión de los bolivianos?

Un sacerdote fue cobarde y cruelmente agredido por gente de la Unión Juvenil Cruceñista, allí en San Ignacio de Velasco.

El pueblo espera a ver la actitud que adoptará la Iglesia Católica y, particularmente, el Cardenal Julio Terrazas, en torno a este hecho.

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