Unos recibieron todo y no dieron nada, y los otros no recibieron nada y lo dieron todo.
Ahora, ¿quiénes fueron los que recibieron todo y no dieron nada?
Los grandes exportadores y agroindustriales del oriente.
¿Y quiénes no recibieron nada y lo dieron todo?
Los pequeños productores del país, particularmente del occidente.
En unos y otros, entonces, hubo diferentes formas de actuar frente al país y de responderle al país.
El modelo neoliberal, vigente durante los últimos 20 años, otorgó todos los privilegios a los señalados agroindustriales y exportadores del oriente, principalmente de Santa Cruz.
Como la consigna del momento era exportar o morir, para ganar espacios en el mercado internacional, se les dieron las más grandes facilidades, de modo que pudieran constituirse en el motor de la economía nacional.
Se les entregaron tierras sin límites, se les dieron créditos sin medida, se les consiguieron insumos baratos para que expandieran los cultivos de sus producciones exportables, se les entregó diesel subvencionado, se les perdonó y refinanció sus deudas bancarias, se les otorgó toda la asistencia necesaria cuando hubo desastres naturales y, en suma, se los trató como a los niños mimados del país.
Con su trabajo, con su iniciativa, con su esfuerzo, decían sus defensores, esos agroexportadores van a ser quienes dinamicen la economía y le otorguen a Bolivia la posibilidad de insertarse adecuadamente en el duro mundo de competencia que se mueve más allá de nuestras fronteras.
La lógica del modelo implantado en 1985 mostraba, pues, a ese sector, como al abanderado del desarrollo boliviano.
Pero corrió el tiempo, y los hechos mostraron que nada de lo señalado se había vuelto realidad y que el rol de los indicados agroexportadores más bien había sido contraproducente con las expectativas nacionales.
Porque los agroexportadores recibieron créditos y no los devolvieron llegando, inclusive, a hacer quebrar algunos bancos con los cuales operaban.
Sus exportaciones aumentaban, sí, como en el caso de la soya, pero requerían de un mercado que les daba todas las preferencias del mundo, en este caso el de la Comunidad Andina, por no ser suficientemente competitivas.
Sus aportes al Estado boliviano eran mínimos y no constituían esa inyección importante que se esperaba pero, eso sí, sus aportes a sus propios bolsillos eran muy generosos y no aceptaban restricción alguna.
Y, lo más grave de todo, lo más escandaloso, lo más abominable era que, en la gente de ese sector dominante de Santa Cruz, ensoberbecida por su auge económico, se había ido incubando un sentimiento que nada tenía de boliviano y que, por el contrario, desarrollaba una mentalidad racista, de desprecio al compatriota, principalmente al indígena, fascista a todas luces y que apuntaba, en última instancia a la división de Bolivia.
En otras palabras, que ese sector agroexportador, con sus excepciones por supuesto, había recibido todo de la nación boliviana pero, en cambio, correspondía a Bolivia con la traición, intentando descuartizarla.
Contrariamente a ese proceso, el otro sector, el de los pequeños productores, no recibió ningún apoyo de los gobiernos neoliberales del pasado.
Fue dejado simplemente a su suerte, sin apoyo económico y sin muchos programas que impulsaran su producción.
Y, por el contrario, con una apertura de fronteras que permitía que el mercado boliviano se saturara de productos agrícolas del extranjero, que le significaban una grave, y desleal, competencia, conspirando contra su economía.
A pesar de ello, en esas condiciones adversas, los pequeños productores siguieron batallando y, lo más importante, abasteciendo de alimentos esenciales a la población boliviana.
El Estado boliviano no los apoyaba, pero ellos apoyaban al Estado.
El Estado no los compensaba, pero ellos continuaban trabajando por el país, con una mentalidad de país, jugando su destino al de la nación boliviana.
Jamás, en las cabezas y en el alma de estos pequeños productores asomó, ni pudo haber asomado, ni el menor sentimiento de rechazo a su Patria o de elaboración de ideas siniestras para constituir nuevos países dentro del territorio boliviano, como había ocurrido con los grupos dominantes de Santa Cruz
Ahora, como Bolivia vive un momento diferente, con un gobierno popular, esa lógica de tratamiento a los dos sectores está cambiando.
Ahora se pretende dar un apoyo real y más efectivo, justamente, s los pequeños productores y a las comunidades campesinas, para que mejoren su economía y para que sigan contribuyendo a la nación mejor de lo que lo hicieron antes, y se busca que los grandes empresarios, antes de exigir más, primero respondan a lo que el Estado ha hecho por ellos.
Esta modificación en el tratamiento a los dos sectores, realizado en la más estricta justicia, ha originado reacciones de los indicados grandes exportadores, que quisieran seguir disfrutando de sus privilegios.
Pero ello no ha de ser posible porque ahora, a pesar de las oposiciones, y de los obstáculos y de las conspiraciones, ha comenzado a vivirse un tiempo de cambio que se deberá profundizar con el aporte de todos.
lunes, 19 de mayo de 2008
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