La conspiración tiene ahora una nueva consigna: adelanto de elecciones.
En torno a esa postura están cerrando filas los prefectos y comités cívicos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, una parte de la agrupación Podemos y la otra agrupación Unidad Nacional.
En su momento el tema de los dos tercios fue el argumento para desestabilizar la democracia y cerrar el paso al proceso de cambio que se busca en el país.
Después saltó el otro tema de la capitalidad plena y posteriormente el del rechazo al proyecto de nueva Constitución que emergía de la Asamblea Constituyente.
Últimamente se trabajó con la aprobación, aunque fuera ilegal, de los estatutos autonómicos y con el rechazo a las medidas de saneamiento de tierras que intenta llevar adelante el gobierno nacional.
Ahora se maneja el pretexto de la crisis política del país, planteando como única salida el acortamiento del mandato del presidente Evo Morales y el adelanto de las elecciones.
Para ello, dicen los dirigentes de las clases dominantes de Santa Cruz, estarían en condiciones, inclusive, de dejar en suspenso los referendos sobre los señalados estatutos autonómicos.
El asunto es, de cualquier manera, sea como sea, a cualquier costo, sacar del gobierno al presidente Morales.
Tumbar al indio, como juraron hacerlo las oligarquías del oriente, en el mismo momento en que Evo Morales asumió la presidencia de la Nación, en enero del 2006.
Ahora bien, ¿cuál es el cálculo político que los sectores dominantes del oriente vienen haciendo, al plantear ese adelanto de elecciones?
Primero, consideran que, en un nuevo acto electoral donde ya no participe como candidato el presidente Morales, el Movimiento al Socialismo perderá mucho del caudal político anteriormente obtenido.
Segundo, que en esa misma medida, los sectores de la derecha, con un candidato que goce de algunas simpatías populares, como por ejemplo René Joaquino de Potosí, tendrán muchas posibilidades de alcanzar buenos resultados.
En consecuencia, tercero, buscan cambiar la correlación de fuerzas que existe actualmente en el campo político y, como consecuencia de ello, cuarto, aspiran a recuperar el poder perdido en octubre del 2003.
Con ese nuevo poder político proyectan, quinto, dejar en suspenso indefinidamente el tratamiento y aprobación del proyecto de nueva Constitución Política del Estado.
Eventualmente, ante reclamos de los sectores populares, plantearían, sexto, desarrollar un nuevo proceso constituyente con la elección, por supuesto, de una nueva Asamblea Constituyente en la que tengan mayor representación.
Paralelamente, con más representantes en el Congreso y con dominio del ejecutivo detendrían, séptimo, el proceso de saneamiento de tierras que trata de ejecutar actualmente el gobierno, protegiendo a los latifundios y a los latifundistas.
Octavo, sin mayores observaciones a la ilegalidad de sus procesos, seguirían adelante con la aprobación de sus estatutos autonómicos, procurando que los mismos constituyan una realidad irreversible.
Noveno, como objetivo central, aparte de librarse del presidente Morales, las oligarquías del oriente pretenden frenar definitivamente, el proceso de cambio en el que el país está inmerso.
Volver al sistema político y económico anterior, para que tornen a dominar los grupos económicos y políticos que siempre dominaron.
Ese es el cálculo que vienen haciendo y al cual están apostando desesperadamente, las grupos oligárquicos del país.
Pero, ¿podrán ir adelante con su propósito?
En 1985, el presidente Hernán Siles Zuazo se vio obligado a aceptar el acortamiento de su mandato, ante la crisis económica que vivía la Nación, ante el cerco político de la derecha, que dominaba el Congreso, y ante el abandono de la izquierda que también lo acorralaba con demandas sociales.
Pero el presidente Siles Zuazo no tenía el inmenso respaldo popular del que goza el presidente Evo Morales.
En esa época, las arcas del Estado estaban vacías, y no tenían las reservas fiscales que tiene ahora el Banco Central, como producto de medidas tan patrióticas y tan atinadas como la nacionalización de los hidrocarburos.
Tampoco, en aquellos momentos estaban, las naciones originarias y los sectores campesinos y populares, en actitud de combate, confiando en un cambio histórico que les favorezca a través de una nueva Constitución, vigilando para que nadie se atreva a tocar a su presidente.
Son, obviamente otros tiempos y otras circunstancias, de modo que no se puede pensar, simplonamente, en que la historia se va a repetir.
Al presidente Siles Zuazo le sucedió Víctor Paz Estensoro, y 20 años de neoliberalismo con sus ajustes estructurales que si bien equilibraron la economía venciendo a la hiperinflación, originaron, a la larga, un orden de tremenda injusticia, corrupción, partidocracia, concentración de la riqueza en pocas manos, desempleo y aumento brutal de flagelos sociales como el desempleo o la desnutrición y mortalidad infantiles.
Al presidente Evo Morales, le sucederá, conforme quiere el pueblo, una nación con mayor justicia y equidad, y unos ciudadanos bolivianos, del campo y de la ciudad, recuperando y disfrutando de derechos secularmente usurpados.
Sería mejor, entonces, que los sectores de la oligarquía evalúen de otra manera la situación y venciendo los temores que los angustian, concurran al referendo revocatorio y se sometan a la voluntad popular entendiendo, como ya se dijo, que la historia, en este caso, no se ha de repetir.
lunes, 19 de mayo de 2008
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