martes, 22 de abril de 2008

Respuesta al clamor de los pobres, un antiguo documento de plena actualidad

 Quieren para sí toda la tierra, todos los bienes, todos los recursos naturales,

Y por ello insisten en la aprobación de su estatuto autonómico, aunque sea ilegal, anticonstitucional, y aunque lleve al país a una grave división y a un grave enfrentamiento.

Pero en ello están los sectores dominantes de Santa Cruz, y en esa postura parece que van a proseguir actuando con soberbia, prepotencia y agresividad.

A esos grupos oligárquicos, que atentan contra la unidad nacional, defendiendo sus intereses de grupo, es preciso hacerles conocer las reflexiones que, hace algunas décadas, hicieron conocer obispos de nuestros países latinoamericanos, en un documento denominado Respuesta al Clamor de los Pobres.

El documento de los obispos, en una de sus partes, se refería al tema de la tierra y decía, textualmente, que “la tierra se ha dado a todo el mundo y no solamente a los ricos, haciendo referencia a una frase de San Ambrosio, contenida también en la encíclica Populorum Progressio.

Luego, el documento señalaba que los padres de la Iglesia han ido repitiendo el Evangelio diciendo “comparte tu cosecha con tus hermanos”.

“Comparte la recolección que mañana estará podrida”.

“¡ Atroz avaricia la del que deja todo enmohecer antes que dejarlo a los menesterosos!”

“El avaro responde: ¿a quién hago daño no dando lo que me pertenece?”

“Pero, ¿cuáles son, dime, los bienes que te pertenecen?” ¿De dónde los has sacado?”


“Tú te pareces a un hombre que tomando lugar en el teatro, quisiera impedir la entrada a los otros, y pretendiera goza solo del espectáculo al cual todos tienen derecho

“Así son los ricos: se declaran dueños de los bienes comunes que han acaparado, porque han sido los primeros en ocuparlos”.

“Si cada uno no guardara más de lo que es necesario para sus necesidades cotidianas y dejara lo superfluo a los indigentes, la riqueza y la pobreza serían abolidas”.

“Al hambriento pertenece el pan que tú guardas”.

“Al hombre desnudo el abrigo que guardan tus cofres”.

“Al descalzo los zapatos que se pudren en tu casa. Al miserable el dinero que tienes oculto”.

“Así oprimes a tanta gente que podrías ayudar”.

“”No, no es tu derecho a tener lo que se condena aquí sino tu negativa a compartir
El mismo documento, denominado Respuesta al Clamor de los Pobres, dice luego algunos conceptos sobre el capitalismo y el socialismo.

Y señala que “teniendo en cuenta ciertas necesidades para ciertos progresos materiales la Iglesia, desde hace un siglo, ha tolerado al capitalismo con el préstamo a interés legal y sus otros usos, pero conforme con la moral de los profetas y del evangelio”.

“Pero la Iglesia no puede menos que regocijarse al ver aparecer en la humanidad otro sistema social menos alejado de esta moral”.

“Corresponderá a los cristianos, según la invitación del anterior Papa Pablo VI, reconducir a sus verdaderas fuentes cristianas estas corrientes de valores morales que son la solidaridad, la fraternidad, la socialización”.

“Los cristianos tienen el deber de mostrar que el verdadero socialismo es el cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad fundamental de todos”.

“Muy lejos de mostrarnos hostiles, sepamos adherir a él con alegría, como a una forma de vida social mejor adaptada a nuestro tiempo y más conforme con el espíritu del Evangelio”.

“Así evitaremos que algunos confundan Dios y la religión con los opresores del mundo de los pobres y de los trabajadores que son, en efecto, el feudalismo, el capitalismo y el imperialismo”.

Esos conceptos, emitidos hace varias décadas por obispos del llamado Tercer Mundo condenan directamente, como puede verse, las actitudes de los grupos dominantes del oriente que están en una lucha cerrada para hacer prevalecer sus privilegios.

Esos grupos no comparten sus bienes, acaparan la tierra, quieren ser los dueños únicos de las riquezas naturales que a todos pertenecen.

Su conducta, como se ve, además de ser inmoral e ilegal, es absolutamente anti evangélica, y atenta contra la voluntad de Dios, que quiere el bien para todos sus hijos.

Pero, ¿servirán de algo estos mensaje del Evangelio para que esos sectores de la oligarquía modifiquen sus actitudes?

Seguramente no.

Entonces al pueblo le quedará el derecho natural y divino de evitar que esas políticas egoístas predominen y terminen por destruir el país.

De todos modos, las palabras del Evangelio están ahí, para el que quiera escucharlas.

“La tierra ha sido entregada por Dios a todos los hombres, y no solamente a los ricos”.

“Al pobre le pertenecen los alimentos que acaparas”.

“No es tu derecho a tener lo que se condena, sino tu negativa a compartir”.

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