La conspiración viene de adentro y llega de afuera y se está acelerando.
A algunos podrá parecerles exagerada esta afirmación, pero las señales son claras y no permiten demasiada confusión.
Primero, el embajador norteamericano Philip Goldberg, está muy activo sosteniendo reuniones frecuentes con gente de los comités cívicos y de las prefecturas de la llamada media luna.
Puede entenderse que, en alguna ocasión, un embajador requiera una entrevista con algún representante regional pero, ¿qué sentido tiene que esas reuniones se hayan multiplicado)
¿Cuántas son las cosas y cuáles son esas cosas sobre las que el señalado embajador y los indicados representantes regionales del oriente deben conversar?
Philip Goldberg, según se conoce, parece ser un especialista en desintegrar países.
Uno de sus últimos cargos diplomáticos estuvo en la ex Yugoslavia, justamente en Kosovo, región que ha determinado, en las últimas semanas, su separación de Serbia, dando paso a una crisis de fuertes consecuencias en esa parte del mundo.
Con estos antecedentes queda la obvia preocupación de si el embajador norteamericano no estará impulsando alguna aventura similar en nuestro país.
Segundo, congresistas de los Estados Unidos que visitaron Bolivia hace poco, manifestaron su preocupación por las permanentes declaraciones de autoridades bolivianas, incluido el presidente, contra el embajador norteamericano, acusándolo de intromisión en varios aspectos de la vida nacional.
Dijeron, los congresistas, que esas actitudes creaban molestia en el país del norte, y que debían cesar. Sin embargo, no se refirieron para nada, por ejemplo, a los comprobados hechos de espionaje político que habían sido impulsados desde la embajada norteamericana, usando organizaciones de inteligencia de la misma policía, ni tampoco pidieron excusas ni quisieron reconocer que su embajador andaba en trajines de desestabilización del gobierno. Paralelamente a ello, en los Estados Unidos se fueron multiplicando las trabas para una nueva aprobación del tratado del ATPDEA.
Antes de considerar una ampliación de las facilidades para los exportadores bolivianos, autoridades norteamericanas han ido exigiendo la modificación de algunas condiciones políticas en nuestro país.
En otras palabras, reclaman una modificación de la línea política que Bolivia viene sustentando, y ello no es otra cosa que un claro chantaje.
Internamente, el aspectos más claro de la conspiración está vinculado a la decisión del comité cívico y de la prefectura de Santa Cruz, para llevar a cabo su referendo autonómico el próximo 4 de mayo.
Desarrollar ese referendo ha de significar una definitiva ruptura con el gobierno central el cual, actuando constitucionalmente, se vería obligado a tomar medidas de carácter represivo porque, obviamente, no se podría tolerar que ninguna región actúe fuera del marco establecido por la Constitución.
Ahora, una represión del mencionado ilegal referendo, que sería obligada, seguramente originaría un clima de tremenda convulsión en esa región del país, y ese clima es, justamente, es el que buscan los sectores de la derecha, para avanzar en sus planes de, primero, derribar al gobierno o, segundo, de lograr su separación del resto de la Nación.
Ese propósito está siendo bien mirado, según se sabe, por el embajador Philip Goldberg, especialista en la desintegración de países.
Otro factor interno de la conspiración, está ligado al desabastecimiento y encarecimiento de los alimentos, lo cual origina un malestar profundo en la población.
Es verdad que dicho encarecimiento es de carácter externo y está afectando a muchas otras regiones del mundo.
Es verdad que el fenómeno de la Niña ha provocado problemas en la producción interna de alimentos.
Pero también es cierto que algunos artículos de consumo se han encarecido, sin que existan razones reales para que ello ocurra.
No debe olvidarse, analizando este tema, que la producción de algunos artículos, como el aceite, por ejemplo, se hallan en manos de unos cuantos empresarios del oriente, y que esos empresarios son parte de los sectores dominantes de Santa Cruz, y son parte del comité cívico de ese departamento, son dueños de latifundios, y están resistiendo muchas de las políticas del gobierno.
Muchos de ellos, entonces, aunque seguramente no todos, deben ser parte de la conspiración que está avanzando en el país.
Se conoce, de otro lado, que la gente de los comités cívicos del oriente, está trabajando en el desplazamiento de los dirigentes indígenas que apoyan la política del gobierno.
Se está procurando que esos dirigentes sean reemplazados por otros afines a sus propósitos e, inclusive, se está planeando crear organizaciones paralelas que se acomoden a sus planes.
La conspiración, pues, verdaderamente está avanzando y cuenta con muchos aliados entre los medios de comunicación privados del país.
Ha llegado, entonces, el momento para que las organizaciones sociales, el pueblo en su conjunto, entren en alerta y en movilización, para frenar esos afanes conspirativos que serían muy graves para el país.
lunes, 3 de marzo de 2008
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