Durante el año 2007 se registraron 60 agresiones a periodistas y una decena de ataques a las redacciones de diferentes medios de comunicación social.
Eso indica un informe anual de la organización internacional Reporteros sin Fronteras.
Por lo que señala el informe, la profesión de periodista se ha venido haciendo cada vez más peligrosa en nuestro país.
De hecho el periodismo es una profesión que conlleva peligro, y de ello son conscientes los hombres y mujeres que se dedican a esta actividad pero, el momento de transformación social y política que encara nuestro país, parece que ha aumentado los márgenes de riesgo a los que se ve expuesta la gente de la prensa.
Ahora, ¿por qué los periodistas son víctimas de agresiones?
Simplemente porque los periodistas son, aunque no quieran serlo, integrantes o representantes de un medio de comunicación social determinado, y la población descarga en ellos la simpatía o la antipatía que el medio les provoca.
Los medios de comunicación social no son canales neutrales, asépticos, o tubos vacíos a través de los cuales circulan los mensajes.
Son sistemas de información y comunicación que tienen una posición determinada sobre los hechos sociales, políticos, económicos o culturales que se desarrollan en la sociedad, y es a partir de ese enfoque, o de ese posicionamiento, que emiten sus mensajes.
Y ese posicionamiento y ese enfoque corresponden al que tienen sus propietarios, directores o principales responsables.
De esa suerte si un medio tiene dueños que sostienen una creencia religiosa o política determinada, el medio reflejará y defenderá esa creencia..
Un propietario que cree en los valores de la democracia, influirá para que su medio defienda la democracia.
Un propietario que crea firmemente en los conceptos básicos del capitalismo, hará que su medio de comunicación defienda esos conceptos.
Un propietario que tenga ideas racistas o discriminadores hará que su medio difunda también una ideología racista y discriminadora.
Y, dentro de ese marco, es bastante limitado lo que los periodistas, que no son propietarios, pueden hacer.
Puede ocurrir, en algunos casos, que el director de un medio de comunicación crea que los periodistas deben tener libertad de acción para recoger sus noticias, para elaborar sus notas, para emitir sus informes.
En ese caso los periodistas “sentirán” ese espacio de libertad y actuarán según y conforme.
Pero, el hecho de conocer quiénes son los dueños o directores del medio y qué posición política tienen, o cómo miran el funcionamiento de la sociedad, o qué opiniones vierten sobre lo que va aconteciendo en el país, hará que los periodista, aun con su margen de libertad, en mayor o menor grado,,se preocupen por no contradecir de modo muy abierto o muy fuerte, lo que esos dueños o responsables sostienen.
El periodista, en otras palabras, debe resignar muchísimo de su postura personal frente a los hecho sociales, para acomodar su trabajo a lo que el medio reclama.
Los hombres y mujeres de prensa, entonces, desarrollan su labor dentro de esa tensión que los obliga a valorar los acontecimientos desde la posición política del medio donde trabajan, la cual tratan de conciliar con la suya.
En esa medida hay periodistas que deben enfrentar profundos conflictos internos, personales, sintiendo que lo que hacen y dicen, no tiene concordancia alguna con sus criterios personales.
Periodistas que saben que trabajan, no por convicción, sino por necesidad, para atender sus urgencias económicas.
Ahora, pro supuesto que también hay de los otros, de los que no tienen convicciones personales muy fuertes, de los que no se hacen cuestionamientos de ese tipo, de los que se acomodan sin mayor problema a lo que sus jefes les señalan, o de los que piensan lo mismo que piensan los dueños del medio.
Esos, por supuesto que trabajarán sin ataduras, y desarrollarán mejor sus potencialidades técnicas y profesionales lo cual, probablemente, les permitirán ascender rápido y ganar puesto de confianza.
Pero, en unos casos o en otros, los periodistas que salen a las calles, o que están al frente de las computadoras de redacción, vienen a constituir la cara visible de los medios de comunicación y, en esa medida, deben encarar también las reacciones que el medio provoca en la población.
En este momento, Bolivia vive un clima de alta tensión política donde se está definiendo el futuro de la nación.
Un momento donde se está planteando un cambio muy profundo que busca modificar la naturaleza del Estado, y ello ha originado que los sectores sociales, y las instituciones, y las organizaciones de los más diferentes tipos, y la ciudadanía en general, y todo el país en su conjunto, incluidos los medios de comunicación social, tomen partido a favor o en contra de ese cambio.
Como el cambio significa que se tocarán intereses de los sectores poderosos que se consideraban dueños del país, y como el cambio promete un mejor futuro para los sectores empobrecidos que antes no tuvieron oportunidades, entonces el enfrentamiento se ha radicalizado, y la lucha política se está dando sin cuartel.
Y como los medios de comunicación social, queriendo o sin querer, han tomado partido por uno u otro de estos dos bandos, entonces es natural que sufran los efectos que toda lucha política entraña.
Lo lamentable, debe insistirse, es que son los periodistas los que deben enfrentar las agresiones aun cuando, muchas veces, no comulgan con las posiciones políticas que su medio sustenta.
Eso indica un informe anual de la organización internacional Reporteros sin Fronteras.
Por lo que señala el informe, la profesión de periodista se ha venido haciendo cada vez más peligrosa en nuestro país.
De hecho el periodismo es una profesión que conlleva peligro, y de ello son conscientes los hombres y mujeres que se dedican a esta actividad pero, el momento de transformación social y política que encara nuestro país, parece que ha aumentado los márgenes de riesgo a los que se ve expuesta la gente de la prensa.
Ahora, ¿por qué los periodistas son víctimas de agresiones?
Simplemente porque los periodistas son, aunque no quieran serlo, integrantes o representantes de un medio de comunicación social determinado, y la población descarga en ellos la simpatía o la antipatía que el medio les provoca.
Los medios de comunicación social no son canales neutrales, asépticos, o tubos vacíos a través de los cuales circulan los mensajes.
Son sistemas de información y comunicación que tienen una posición determinada sobre los hechos sociales, políticos, económicos o culturales que se desarrollan en la sociedad, y es a partir de ese enfoque, o de ese posicionamiento, que emiten sus mensajes.
Y ese posicionamiento y ese enfoque corresponden al que tienen sus propietarios, directores o principales responsables.
De esa suerte si un medio tiene dueños que sostienen una creencia religiosa o política determinada, el medio reflejará y defenderá esa creencia..
Un propietario que cree en los valores de la democracia, influirá para que su medio defienda la democracia.
Un propietario que crea firmemente en los conceptos básicos del capitalismo, hará que su medio de comunicación defienda esos conceptos.
Un propietario que tenga ideas racistas o discriminadores hará que su medio difunda también una ideología racista y discriminadora.
Y, dentro de ese marco, es bastante limitado lo que los periodistas, que no son propietarios, pueden hacer.
Puede ocurrir, en algunos casos, que el director de un medio de comunicación crea que los periodistas deben tener libertad de acción para recoger sus noticias, para elaborar sus notas, para emitir sus informes.
En ese caso los periodistas “sentirán” ese espacio de libertad y actuarán según y conforme.
Pero, el hecho de conocer quiénes son los dueños o directores del medio y qué posición política tienen, o cómo miran el funcionamiento de la sociedad, o qué opiniones vierten sobre lo que va aconteciendo en el país, hará que los periodista, aun con su margen de libertad, en mayor o menor grado,,se preocupen por no contradecir de modo muy abierto o muy fuerte, lo que esos dueños o responsables sostienen.
El periodista, en otras palabras, debe resignar muchísimo de su postura personal frente a los hecho sociales, para acomodar su trabajo a lo que el medio reclama.
Los hombres y mujeres de prensa, entonces, desarrollan su labor dentro de esa tensión que los obliga a valorar los acontecimientos desde la posición política del medio donde trabajan, la cual tratan de conciliar con la suya.
En esa medida hay periodistas que deben enfrentar profundos conflictos internos, personales, sintiendo que lo que hacen y dicen, no tiene concordancia alguna con sus criterios personales.
Periodistas que saben que trabajan, no por convicción, sino por necesidad, para atender sus urgencias económicas.
Ahora, pro supuesto que también hay de los otros, de los que no tienen convicciones personales muy fuertes, de los que no se hacen cuestionamientos de ese tipo, de los que se acomodan sin mayor problema a lo que sus jefes les señalan, o de los que piensan lo mismo que piensan los dueños del medio.
Esos, por supuesto que trabajarán sin ataduras, y desarrollarán mejor sus potencialidades técnicas y profesionales lo cual, probablemente, les permitirán ascender rápido y ganar puesto de confianza.
Pero, en unos casos o en otros, los periodistas que salen a las calles, o que están al frente de las computadoras de redacción, vienen a constituir la cara visible de los medios de comunicación y, en esa medida, deben encarar también las reacciones que el medio provoca en la población.
En este momento, Bolivia vive un clima de alta tensión política donde se está definiendo el futuro de la nación.
Un momento donde se está planteando un cambio muy profundo que busca modificar la naturaleza del Estado, y ello ha originado que los sectores sociales, y las instituciones, y las organizaciones de los más diferentes tipos, y la ciudadanía en general, y todo el país en su conjunto, incluidos los medios de comunicación social, tomen partido a favor o en contra de ese cambio.
Como el cambio significa que se tocarán intereses de los sectores poderosos que se consideraban dueños del país, y como el cambio promete un mejor futuro para los sectores empobrecidos que antes no tuvieron oportunidades, entonces el enfrentamiento se ha radicalizado, y la lucha política se está dando sin cuartel.
Y como los medios de comunicación social, queriendo o sin querer, han tomado partido por uno u otro de estos dos bandos, entonces es natural que sufran los efectos que toda lucha política entraña.
Lo lamentable, debe insistirse, es que son los periodistas los que deben enfrentar las agresiones aun cuando, muchas veces, no comulgan con las posiciones políticas que su medio sustenta.
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