Una buena idea: crear un comando conjunto de las fuerzas militares de la región sudamericana
La propuesta surgió del presidente Hugo Chávez de Venezuela, y la retrógrada oposición boliviana se apresuró a rechazarla.
“Sería importante, dijo el presidente Chávez, crear un comando conjunto de las fuerzas armadas de la región, para que se fortalezcan y actúen conjuntamente en operaciones de defensa.
“No es correcto dijeron los representantes de la derecha boliviana, eso sería provocar innecesariamente a los Estados Unidos, crear susceptibilidades en otros países y originar una carrera armamentista”.
Además, de modo muy curioso, expresaron que una medida así atentaría contra la soberanía de nuestro país.
Ahora, al margen de la opinión de esos políticos bolivianos de oposición, lo cierto es que la idea del presidente Chávez es verdaderamente importante.
Porque, a la integración económica y política de nuestros países se sumaría una integración militar, la cual contribuiría enormemente a fortalecer la región sudamericana.
Ya desde el pasado, antes de que nuestras naciones se consolidaran, hombres visionarios como Simón Bolívar, o José Martí o Andrés de Santa Cruz, siempre vieron la necesidad de establecer formas de unidad para superar los negativos regionalismos.
El ejemplo de la importancia de ese accionar conjunto, unido, lo habían ido dando los Estados Unidos, en el norte, constituyendo una poderosa nación a partir de la integración de sus numerosos estados.
Bolívar advirtió, con mucha anticipación, que ese coloso estaba destinado a someter a las naciones sudamericanas, si es que estas no se unificaban.
Con voz profét6ica el Libertador sostuvo que “los Estados Unidos de América parecen estar destinados por la Providencia a sembrar de miseria a nuestros pueblos, en nombre de la libertad.
Esas predicciones, como se ve en la actualidad, se cumplieron al cien por ciento, porque los Estados Unidos crecieron y prosperaron en una relación completamente asimétrica con nuestras naciones del sur, s0metiéndolas a diferentes formas de explotación por las vías comercial y política.
Esa relación de dominio, la mayor parte del tiempo pacífica, adoptó también formas violentas con invasiones armadas a países como Panamá, Granada, Haití y otras de la región.
Es tradicional, de otro lado, la obsecuencia de los altos mandos militares de los países sudamericanos, con relación a los gobiernos de Estados Unidos.
A título de intercambio y de cooperación, nuestras naciones se vieron siempre llenas de militares norteamericanos que se inmiscuían a fondo en los temas de las defensas nacionales.
Esa presencia creció en otros momentos cuando, por ejemplo, surgieron movimientos guerrilleros que buscaban a través de esa vía, un cambio de estructuras en nuestros países.
En esas ocasiones el mando de las fuerzas armadas nacionales pasó a depender directamente de los Estados Unidos.
Una cosa similar, por ejemplo, está pasando actualmente en Colombia, país que no resuelve el problema de la lucha armada planteada por la guerrilla desde hace más de 40 años.
Inclusive en la lucha contra el narcotráfico, a través de la DEA, se observó la permanente intervención de los Estados Unidos en Bolivia.
Con esas políticas las fuerzas armadas de los países del sur no fueron más que apéndices al servicio de las estrategias militares norteamericanas.
Lo extraordinario fue que, obedeciendo esas políticas, las indicadas fuerzas armadas actuaron, sin miramientos, en varias ocasiones, contra sus propios pueblos, como ocurrió en las épocas de las dictaduras.
Los dictadores, impuestos por los Estados Unidos, sometían a sangre, tortura y fuego a los dirigentes sindicales o políticos, o a activistas de los derechos humanos, o a personas que se atrevían a predicar por la justicia y las libertades.
Entendiendo estos antecedentes, es que resulta sumamente positiva la propuestas del presidente Chávez, para crear un comando conjunto que unifique el accionar las fuerzas armadas de nuestros países.
En la unión está la fuerza, dice una frase muy antigua, de modo que es por ese camino por el que ahora se debería avanzar.
De otro lado, esta alianza en el área militar tiene ya varios antecedentes en el mundo, y uno de ellos es el de la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN, que unifica las fuerzas armadas de países occidentales que ganaron la última guerra mundial.
La cooperación entre esas fuerzas es permanente, sus sistemas de defensa son integrados y conjuntos, el entrenamiento de sus soldados y la definición de sus líneas estratégicas de acción son también comunes.
Entonces si ellas, las fuerzas armadas de las potencias occidentales se unificaron, ¿por qué no lo podrían hacer también las fuerzas militares de nuestros países sudamericanos?
Ahora, es obvio que esa unificación debe pasar por compartir un mismo enfoque político, una misma visión de los problemas de la región, una misma voluntad de integración y hermandad, un mismo ideario de liberación, el que sostenían el Libertador Bolívar y otros pro hombres del pasado.
La propuesta ha sido muy importante y ahora parece que ha llegado el momento de avanzar en ella.
La integración, para ser efectiva, no debe ser económica, social y política, sino también militar.
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