Un canal de televisión mostró, el pasado martes de ch’alla, imágenes de un grupo de jóvenes carnavaleros que, en Oruro, se expresaban a gritos en contra el presidente Evo Morales.
Eran jóvenes de clase media alta, adinerada y proveniente de los sectores dominantes de nuestro país.
Constituían un grupo reducido y bullicioso y sin mayor significación, pero el canal televisivo se encargó de amplificar la imagen, de enfatizarla, reforzarla y darle relieve, procurando dar a entender que ese rechazo había sido la norma dominante en la indicada manifestación carnavalera.
Paralelamente a ese hecho, en otros varios lugares el presidente Evo Morales fue aplaudido y recibido con expresiones de mucho cariño, pero de las mismas el señalado canal no dijo ni una palabra.
Enfatizó el rechazo expresado al presidente por alguna gente, y ocultó y no quiso destacar para nada la aprobación que el mandatario recibió de parte de otra gente.
Este caso, como bien se ve, permite ver la forma mañosa y manipuladora hasta el hastío, con que actúan muchos medios de comunicación social, cuando tratan temas ligados al campo político.
Distorsionan los hechos, mienten descaradamente, ocultan parte de la información, remarcan lo que les interesa y ocultan lo que no les interesa, ridiculizan a las autoridades aprovechando cualquier desliz o contradicción en que hubieran incurrido, sacan a las informaciones de su contexto y se dedican con especial esmero, a encontrar errores o “meditas de pata” de gente ligada al gobierno, para inmediatamente desacreditarlo.
En suma, no cumplen con su labor de informar sino que usan la información, sus noticieros televisivos, como arma política a favor de los grupos dominantes del país.
Porque, dicho sea de paso, y tal como toda la gente lo sabe, esos medios televisivos son de propiedad, justamente, de gente ligada al poder político, particularmente de Santa Cruz. Ahora bien, los dueños de esos medios de comunicación social pueden argüir que en nuestro país rige la libertad de información y que, dentro de ese marco, ellos pueden decir lo que quieran a través de sus medios, aun cuando con ello vulneren el derecho de la gente a una correcta información.
Pueden decir, en otras palabras, que sus canales de televisión son sus canales de televisión, y que por lo mismo ellos pueden decir a través de ellos, lo que les dé la gana, y en este punto casi no habría forma de contradecirles.
Pero lo grave es que, ante esta permanente manipulación y desinformación no dicen nada las organizaciones de periodistas..
No dice nada, por ejemplo, la Asociación Nacional de la Prensa..
Esa Asociación ha levantado el grito al cielo, en varias ocasiones, cuando creyó que desde el gobierno se vulneraba la libertad de expresión..
Recientemente criticó duramente al presidente Evo Morales, cuando este manifestó su disconformidad por el mal uso que se hace del derecho a mantener en secreto la fuente de información.
La Asociación de la Prensa lamentó que los asesores de comunicación del Primer Mandatario no le recomienden evitar ese tipo de declaraciones que generan una imagen autoritaria del gobierno que se precia de defender la democracia.
Los directivos de la Asociación de Periodistas, entonces, salen en defensa del derecho a la información y del mantenimiento del secreto de la fuente de información, pero jamás se animan a decir ni una sola palabra, ante las tremendas manipulaciones de la información en que incurren muchos medios de comunicación social.
Critican los ataques que sufrieron algunos medios de comunicación, pero jamás se ponen a pensar en las razones por las cuales esos ataques ocurrieron.
Saben que los periodistas son objeto de presión por parte de sus patrones, para que no difundan informaciones que afectan a los sectores de poder, pero no salen en su defensa ni siquiera por solidaridad gremial.
Ahora, ¿por qué la Asociación de Periodistas mantiene esta actitud desequilibrada frente a este fenómeno de manipulación de la opinión pública?
¿Por qué la indicada organización no toma ninguna iniciativa para frenar ese mal uso de la información?
¿Por qué no organizan foros o debates para que estos temas sean puestos en el tapete de la discusión?
¿Por qué no dan paso a la manifestación ciudadana para que se pronuncie sobre el mismo tema?
¿Es que acaso, esta falta de iniciativa, tiene que ver con vínculos entre los directivos de la indicada asociación y los sectores de poder económico del país?
Sea como sea, el derecho a la información es algo que compete a toda la ciudadanía, y no sólo a los periodistas, de modo que el tema debe ser parte de un gran debate a nivel nacional.
A ver si el mismo sirve para que las grandes redes de televisión, ante la reacción ciudadana, moderan la descarada manipulación de la cual han hecho una norma en los últimos años.
miércoles, 13 de febrero de 2008
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