Dos tipos de informaciones vinculadas a los Estados Unidos, aparecieron con mayor asiduidad en la prensa mundial.
Primero, el recrudecimiento de las acciones violentas en Irak y, segundo, la crisis económica y financiera que afecta al país del norte.
Hace algunos días, señala una noticia procedente de Irak, la policía hizo un horrible descubrimiento en un campo de Muqdadiya, 90 kilómetros al noreste de Bagdad, en Diyala, una de las provincias del norte de Irak.
Se trataba de diez cabezas y nueve cuerpos humanos completos, que habían sido asesinados de manera absolutamente cruel.
Los cadáveres estaban todos esposados y con los ojos vendados. Y tenían heridas de bala.
Las diez cabezas también tenían los ojos vendados y algunas heridas de bala.
Esas personas, entonces, habían sido detenidas, esposadas, y luego ejecutadas de la manera más violenta imaginable.
Paralelamente a ello, los atentados suicidas se han ido multiplicando en diferentes regiones del país, al tiempo que ocurrieron algunos ataques con proyectiles Katyusha, contra una zona donde funcionan el parlamento iraquí y la embajada de los Estados Unidos.
George W. Bush, a comienzos del año pasado, pidió autorización al congreso norteamericano para incrementar el número de soldados en Irak.
El argumento que se utilizó era de que ese aumento en los efectivos militares iba ya, definitivamente, a poner fin a la resistencia, para devolver la paz y la estabilidad a la nación iraquí.
Pero pasó un año entero y esa promesa del presidente Bush no se cumplió para nada y, por el contrario, los atentados y las acciones violentas siguieron creciendo sin nada que los contuviera.
La prensa mundial registra, casi todos los días, noticias de atentados y más atentados que ocurren en diferentes ciudades de Irak, con bombas que van ocasionando números diferene4tsn de muertos y heridos, y edificio y vehículos destruidos.
Esto permite ver que los Estados Unidos simplemente han fracasado en Irak, y que Irak se les ha convertido en nuevo Viet Nam, donde los Estados Unidos no tienen posibilidades reales de vencer.
Y ese fracaso en el campo militar le está significando al país del norte también un fracaso económico, porque mantenerla cuesta mucho dinero.
Tradicionalmente las guerras han sido un negocio para las potencias del mundo.
Un negocio donde los gastos iniciales son luego compensados con las ganancias de sus propias empresas productoras de armamentos, y donde las indemnizaciones se van cobrando de las más diferentes formas a lo largo de muchos años.
En el caso de Irak, Estados Unidos aspiraba a pagar sus gastos de guerra con el propio petróleo iraquí, favoreciendo a empresas norteamericanas que debían suscribir suc7ulentos contratos para la reconstrucción del país.
Pero la cosa no le ha salido a Bush como él quería, porque la guerra prosigue, porque la inestabilidad es creciente en Irak, y porque la señalada confrontación ha desestabilizado a toda esa región del mundo.
Paralelamente a este desastre militar, entonces, Estados Unidos ha ido viendo, en los últimos tiempos, la acentuación de su crisis financiera, con un peligro cierto, que ya es una realidad, de una recesión de graves consecuencias.
La economía norteamericana se está derrumbando, con una devaluación fuerte del dólar en el mercado internacional, pese a las medidas de estabilización que se vienen tomando, y pese a las inyecciones de miles de millones de dólares con los que la Reserva Federal ha querido apoyar al sistema financiero.
Lo que comenzó con una crisis del sistema hipotecario inmobiliario se ha trasladado ya a otros rubros de la economía, demostrando que el sistema económico norteamericano no tiene los pies demasiado sólidos.
Y es que ese sistema está basado, sobre todo, en la especulación financiera y en el uso extensivo del crédito, y ambas formas de operación parecen haber encontrado un límite.
Lo evidente es que la crisis golpea económica golpea a los Estados Unidos, y ello está ocasionando la caída de las bolsas de valores, tanto en Europa, como en Asia, como en América Latina.
Con este panorama tan serio, queda la duda de cuál ha de ser la conducta del presidente Bush, frente a las aventuras bélicas en las que comprometió a su país.
La administración de Bush, como se observa, además de la guerra militar en Irak, debe ahora enfrentar otra guerra, mucho más dura y peligrosa como es la del derrumbe de la economía de su país.
Son dos batallas que han puesto a ese gobierno en una situación de verdadera desesperación porque son batallas que hasta el momento se están perdiendo, y sobre las cuales el pueblo norteamericano le pedirá cuentas a breve plazo.
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