martes, 19 de mayo de 2009

Era obvio que así tenía que suceder

La cosa está sucediendo como se esperaba.

Los testimonios, los datos, las pesquisas, los documentos, las pruebas que se han ido acumulando en torno al plan terrorista que se urdía contra el país, han ido señalando claramente a los culpables principales.

A los que financiaban a los terroristas, a los que les prestaron apoyo logístico, a los responsables intelectuales de la conspiración.

Los mismos, como no podía ser de otra manera, son parte de las oligarquías de Santa Cruz, dueños de latifundios, gente ligada al empresariado y, paralelamente, al comité cívico y a la prefectura de dicho departamento.

Pero, ahora, al ver que las investigaciones avanzan y que apuntan claramente en su dirección, esos personajes para defenderse, han comenzado a enarbolar los escudos de las instituciones de su departamento.

Las investigaciones del Fiscal, entonces, las están mostrando como ataques a la cruceñidad, como agresiones al mismo departamento.

Como si esos empresarios, autoridades y gente involucrada en el plan terrorista, fuesen toda Santa Cruz y, más grave aun, como si fuesen el pueblo de Santa Cruz..

Y los periódicos de la prensa de derecha, se han hecho eco de esa postura, acompañando sus declaraciones con grandes titulares.

“Santa Cruz en emergencia”, decía el gran titular del último miércoles 6 de abril, del periódico El Deber, editado en aquel departamento.

Otro periódico cruceño, El Nuevo Día, señalaba “Cívicos se rearman para enfrentar el nuevo ataque”.

En la ciudad de La Paz, un tremendo titular, en toda la primera página, del periódico La Razón, expresaba que “Santa Cruz cierra filas por sus líderes en el caso Rosza”.

Y otro gran titular del periódico El Diario, mencionaba que “Cívicos de Santa Cruz declaran emergencia”.

A lo que esas, y otras notas en la prensa nacional, conducían, era a mostrar que todo un departamento estaba reaccionando en contra de lo que se consideraba un abuso y un ataque del gobierno.

A hacer ver, en otras palabras, que los cívicos de Santa Cruz, y sus autoridades, concretamente el prefecto Costas, eran víctimas de la prepotencia del gobierno nacional.

Que su dignidad, que su nombre, que su prestigio personal estaban siendo pisoteados, escarnecidos y que, como ello no se podía soportar, todo el departamento se levantaba en su defensa.

Todo eso, pues, se preveía que iba a ocurrir y está ocurriendo.

Los responsables intelectuales del plan terrorista, se esconden detrás de su comité cívico, detrás de sus instituciones, y no aceptan la responsabilidad personal que tienen en este asunto.

Y eso es una falta de moral y de valor civil,

Porque Branco Marinkovic, y Rubén Costras, y Guido Nayar, y Pedro Yovío y Mauricio Roca, y los otros personajes a los cuales las investigaciones van señalando como culpables, deben responder como personas individuales por su participación en la conspiración, y no como miembros de comités cívicos, o de instituciones económicas o productivas, u otras de la capital oriental.

Del mismo modo, esas entidades, que responden a objetivos legítimos y que agrupan a un número grande de personas, no pueden hacerse responsables por actividades conspirativas de algunos de sus miembros.

Entonces, la mañosa estrategia de movilizar a instituciones para tapar, apañar o encubrir delitos de personas, no puede ser aceptada y debe concluir.

Con el plan terrorista se buscaba acabar con la vida de altas autoridades de gobierno, además de otras del país, se buscaba generar una sucesión de atentados para generar un clima de temor e incertidumbre dentro de la ciudadanía; se pretendía la movilización de organizaciones de la población civil, de uno u otro lado, y un eventual enfrentamiento entre ellas; se buscaba una guerra civil y, en última instancia, como corolario de ello, se trataba de impulsar el proyecto separatista que, desde hace mucho años, vienen incubando los grupos de la extrema derecha del departamento de Santa Cruz.

En todo este siniestro afán, como perfectamente se entiende, no se puede involucrar a la institución que representa el comité cívico, ni a la instancia de gobierno departamental que representa la prefectura.

Los responsables son los personajes individuales, de manera que, como tales, deberán responder por sus actos.

La población boliviana, pues, debe separar perfectamente las cosas, y no aceptar que se confundan y se mezclen los niveles, para favorecer a los presuntos responsables principales del plan terrorista.

De cualquier modo, lo que viene sucediendo muestra el derrotero por donde transcurrirán los acontecimientos en los próximos meses.

Será una pugna donde las autoridades judiciales buscarán acumular pruebas contra los culpables y sancionarlos, y donde los sectores de la derecha extremista buscarán tergiversar la situación y movilizar a sus grupos civiles para enfrentar el juicio y, paralelamente enfrentar al gobierno.

Y todo ello, en el marco que establecerá el nuevo proceso electoral que los bolivianos viviremos hasta el próximo 6 de diciembre.

Al margen de esta situación, y a pesar de todos los obstáculos y resistencias que se puedan presentar, la población exige que las investigaciones continúen hasta esclarecer este siniestro plan terrorista que amenazaba a nuestro país.

Y ahora, ¿qué dirán los que afirmaban que no hubo ningún plan terrorista?

Pasan los días y las informaciones se van ampliando y los datos se van amontonando sobre la conspiración terrorista que amenazaba a nuestro país.

Todo se puede decir, entonces, en este momento, menos de que no hubo una conspiración, menos de que no se pretendía asesinar a las primeras autoridades de la nación y, además de ellas, a varios personajes del mundo político.

Pero, hasta hace poco, hasta hace muy poco, existía varias de esas personas que negaban que se estuviera montando un plan terrorista, y que hacían mofa de que a Bolivia hubiesen ingresado avezados expertos en el terrorismo internacional.

Uno de ellos fue, si bien recuerda la ciudadanía, Guillermo Fortún, jefe de Acción Democrática Nacionalista, de lo que queda de ella, agrupación del extinto general Hugo Bánzer Suárez.

Guillermo Fortún, en una entrevista con el periódico El Diario, afirmó que “el anuncio del desbaratamiento de un grupo terrorista y el hallazgo de armamento y explosivos en un stand del campo ferial de la ciudad de Santa Cruz, la madrugada del jueves 16 de abril pasado, es un montaje bastante grotesco y fuera de lugar”.

“Acotó, decía la nota del El Diario, que todo lo mostrado, las bolsas negras que contenían los cuerpos de los supuestos muertos en la refriega, además de la llegada de un grupo de fiscales que en menos de 24 horas desbarataron una banda, hacen ver que todo es una mentira y una falacia”.

“En su criterio, seguía diciendo la nota de El Diario, este hecho sólo sirvió para que el presidente Evo Morales se queje al mandatario venezolano Hugo Chávez de que pretenden victimarlo, por lo cual ironizó, ambos mandatarios acaban diciendo quién es el macaco mayor”

“En ese contexto instó al gobierno a no empañar la imagen de la policía nacional, porque sostiene que en la institución del orden existen excelentes grupos de acción inmediata y de respuesta rápida, por lo que insistió en que no se utilice ni desfigure la imagen de la policía que merece el respeto de todos los bolivianos”.

Todo eso y más dijo el adenista Guillermo Fortùn y el periódico El Diario le dio la más amplia cobertura.

Pero ahora, una vez que la investigación va confirmando la conspiración, ¿tendrá, ese político, el valor civil de reconocer que se equivocó absolutamente?

¿Y El Diario, lo buscará otra vez para que haga comentarios sobre su tremenda equivocación?

Seguramente que no, porque hacer esa rectificación significaría reconocer la veracidad de la versión del gobierno, y eso jamás hará la prensa derechista del país.

En esa misma línea, en un programa dialogado de Radio Fides, su director, el Padre Eduardo Pérez Iribarne, insistió varias veces en que en el operativo en el hotel Las Américas, no hubo ningún enfrentamiento.

Pero las investigaciones van señalando que los supuestos terroristas estaban armados y que resistieron su detención, lo cual no dejaba otro camino que el que tomó la policía para desbaratar al grupo.

¿Será capaz, ahora, el padre Pérez, de reconocer su error?

¿Podrá explicarle a la población por qué afirmó que no hubo resistencia, cuando todo indica que sí la hubo?

Ahora, aparte de lo anterior, hubo personas que, ya sin poder negar el plan terrorista, y no obstante su gravedad, trataron de restarle toda importancia.

En ese sentido, no hablaron del hecho, sino que se perdieron en nimiedades, en pequeños detalles, en temas que no venían a cuento.

Así, el abogado Edwin Rojas, presidente del colegio de abogados, se esmeró que decir que hubo muchas “irregularidades en el operativo anti terrorista”.

Que en el allanamiento no estuvo un representante del ministerio público, que los detenidos permanecieron incomunicados más de 24 horas, que en el operativo no participaron policías de Santa Cruz, que la ausencia de fiscales ocasionó que los cuerpos de los supuestos terroristas permanecieran en el lugar más de 14 horas, y cosas así.

Nunca, el señalado abogado, se refirió al gravísimo atentado que significaba, al plan terrorista, contra el orden constitucional del país.

Sólo se quedó en los procedimientos, olvidándose, a propósito, que las personas a las que iba a detener la policía, no eran simples delincuentes, sino avezados, y armados, terroristas internacionales, que planeaban generar en el país una guerra civil.

Por ese mismo camino anduvieron varios personajes de la oposición, que salieron a efectuar duros reclamos a favor de los detenidos, diciendo que no se les estaba respetando sus derechos fundamentales.

Inclusive el Cardenal Terrazas estuvo en esa línea, clamando que toda persona es sagrada ante Dios, aunque haya cometido los pecados más grandes.

Nos toca, dijo el Cardenal, hacer esa misericordia para que nadie sea abatido o eliminado sin ser juzgado adecuadamente.

Por último, siempre en la línea de restar gravedad a lo ocurrido, hubo políticos como Fernando Rodríguez y Roberto Yánez de la agrupación Podemos, que se acordaron de que alguna vez habían visto a los Ponchos Rojos y al dirigentes campesino Fidel Surco, portando armas en algunas concentraciones campesinas.

¿Por qué el gobierno no investiga a esas personas?, preguntaron los políticos, como si los Ponchos Rojos o Fidel Surco hubieran estado alguna vez en un plan conspirativo.

Todas esas personas, pues, ahora que se van conociendo los alcances de las acciones terroristas que se pretendía ejecutar, deberían ser interrogadas por la prensa, para ver si continúan en sus aseveraciones anteriores o si las rectifican.

Porque no se trata de decir cualquier cosa, sólo para contradecir al gobierno, sino de mostrar cierta ecuanimidad al momento de efectuar declaraciones, máxime si se trata de un asunto tan grave como el intento de asesinar a las actuales autoridades nacionales, de generar una guerra civil, y de desmembrar Bolivia.

El Día Mundial de la Madre Tierra

El concepto ha sido expresado por el presidente Evo Morales, y ahora adquiere categoría universal.

La Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la Tierra.

Un idea fundamental de la cual se desprende toda una filosofía, una conducta ante la vida, una manera nueva de encarar y definir las relaciones entre las naciones y entre los seres humanos, un cuerpo de derechos nuevos sobre los que antes no se había pensado demasiado.

Los derechos del planeta y, con él, los derechos de todos los seres vivos, incluidos los hombres y las mujeres, que fueron reconocidos en el foro mundial de las Naciones Unidas, luego de la intervención del presidente boliviano.

El principio abre un camino para entender que antes del ser humano estaba la Tierra.

Que de la Tierra surgió la vida y que, en una línea de sabiduría, los seres humanos deben convivir con ella, entendiendo sus ritmos vitales, la necesidad de su regeneración permanente, la urgencia de no depredarla, porque su sobre explotación y falta de respeto a la naturaleza significará, al final de cuentas, la destrucción de la señalada vida incluidas, por supuesto, las de los hombres y mujeres del planeta.

Eso significa que, a partir de ahora, las naciones de la Tierra deberán modificar, en gran medida, las formas con las cuales han explotado los recursos naturales, y las lógicas con las cuales han encarado el desarrollo.

Ello apunta, de modo particular, al modelo capitalista, el cual está basado, justamente, en un enriquecimiento sin límites, de personas y países, aun cuando para ello se deba destruir la naturaleza, o se deba contaminar el medio ambiente, o se tenga que llevar a la miseria a poblaciones enteras, o se tenga que degradar valores culturales.

El capitalismo funciona con el principio de que por encima del ser humano, y por encima de la Tierra, está el capital.

Que el dinero vale más que las personas y más que la naturaleza, y que la Tierra, el planeta entero, debe someterse a su poder.

El desarrollo es entendido por el capitalismo, como la simple acumulación de bienes y como el consumo irrestricto y mientras más amplio, mejor.

Los conceptos de la solidaridad o de la fraternidad, son algo que se halla absolutamente fuera de su lógica.

Por ello, si para ganar dinero se debe tumbar gobiernos, o destruir democracias o imponer dictaduras, pues se derriban gobiernos, se destruyen democracias y se imponen dictaduras.

Del mismo modo, si para acumular bienes y capitales se tiene que envenenar ríos y mares, o se tiene que acabar con los bosques, o se debe destruir la capa de ozono, pues se envenenan los ríos y los mares, y se derriban los bosques, y se destruye la capa de ozono.

Aun cuando el planeta quede reducido a un desierto, y aun cuando la vida sea puesta al borde de la extinción, para el capitalismo sigue importando, primero, la necesidad de mantener incólumes sus ganancias, y mientras más altas mejor.

Por supuesto que la guerra y las invasiones y el derramamiento de sangre, están incluidos en las estrategias de dominio que apuntalan el capitalismo.

Ahora, toda esa manera de hacer las cosas y de organizar la economía, tendrán que modificarse necesariamente, porque las Naciones Unidas han aprobado una resolución que proclama que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar, y que el ser humano debe buscar un equilibrio justo entre el aprovechamiento de la naturaleza y la satisfacción de sus necesidades económicas.

La propuesta boliviana, aprobada en Naciones Unidas, considera cuatro principios fundamentales.

Primero, el respeto a los ecosistemas, para garantizar la vida del ser humano y de todas las especies animales y vegetales que existen en el planeta.

Segundo, el derecho a la regeneración de la biocapacidad, de modo que se evite llegar a un límite desde el cual la destrucción sea inevitable.

Es mejor producir oxígeno y no dióxido de carbono, sostuvo el presidente Morales en las Naciones Unidas.

Tercero, derecho a una naturaleza limpia que permita una vida limpia, libre de los envenenamientos que destruyen la naturaleza.

Cuarto, el principio de una convivencia armoniosa con la naturaleza entendiendo, justamente, que la Tierra no nos pertenece, sino que nosotros pertenecemos a la Tierra.

A partir de la resolución, la fecha del 22 de abril ha sido instituida como el Día Mundial de la Madre Tierra.

No se habla ya, simplemente, de la Tierra, sino de la Madre Tierra, aspecto que incorpora el concepto de las naciones originarias, de Bolivia y de otros lugares del mundo, en sentido de que el planeta es una entidad viva, que nos cuida, nos alimenta, nos da bienestar y vida, lo mismo que una madre.

Un hecho sobresaliente, una resolución trascendental, que muestra el respeto y la consideración con que las naciones del mundo acogen las iniciativas bolivianas.

La Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia

Se está iniciando en el mundo una movilización gigantesca en favor de la paz y en contra de la violencia.

Es una movilización en la que participarán movimientos sociales, organizaciones pacifistas, humanistas, religiosas, defensoras de los derechos humanos, gobiernos y pueblos en general, que consideran que la humanidad no puede vivir más bajo las amenazas de la guerra, de las invasiones, de los atentados y de las agresiones.

Que la proliferación de esos actos, casi siempre por parte de poderes imperiales o grupos poderosos de los diferentes países, está llevando al planeta a situaciones que, en cualquier momento, pueden derivar en una catástrofe universal.

Los hombres y las mujeres del planeta tienen derecho a prosperar en un clima de tranquilidad, sin que su futuro sea amenazado por formas diferentes de violencia e inseguridad.

Llevando estas consignas por delante, cientos de miles de personas protagonizarán, a partir del 2 de octubre del presente año, una gigantesca marcha mundial que recorrerá 160.000 kilómetros, abarcando 90 países de la tierra asentados en los 6 continentes.

La marcha se iniciará en Nueva Zelanda, país de la Oceanía, el indicado 2 de octubre del presente año, aniversario de Mahatma Gandhi, el apóstol de la no violencia, y concluirá en la Cordillera de Los Andes, en la región de Punta de Vacas, Aconcagua, Argentina, el 2 de enero del 2010.

Con esta inmensa movilización, los participantes se proponen lograr la desaparición de las armas nucleares, la reducción progresiva y proporcional del armamento, la firma de tratados de no agresión entre países, la renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para resolver conflictos.

Buscan rescatar lo mejor de las diversas culturas y pueblos de la Tierra.

Quieren generar una conciencia social mundial en contra de toda forma de violencia física, económica, racial, religiosa, cultural, sexual, psicológica, establecida y aceptada como inevitable por la sociedad.

Según los organizadores, la marcha contemplará 40 trayectos en tren, incluido el transiberiano.

Cien trayectos terrestres en autobús, coches, bicicletas, y otros medios, 14 trayectos aéreos y 25 acuáticos, en barcos, barcazas, piraguas, y otros.

De la misma forma, atravesará todos los climas de la Tierra, desde el templado suave, pasando por el clima mediterráneo, continental, tropical tórrido, desértico, hasta el polar.

Desde la estepa siberiana, pasando los desiertos del Sahara y Atacama el más seco del mundo, hasta la Antártida.

Los países por donde atravesará la marcha son los siguientes: en el continente americano Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá. República Dominicana, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

En Europa, Alemania, Austria, Bélgica, Bielorrusia, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Federación de Rusia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Islandia, Italia, Luxemburgo, Macedonia, Noruega, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Serbia, Suecia, Suiza y Turquía.

En África, la marcha transcurrirá por Argelia, Benin, Burkina – Fasso, Costa de Marfil, Egipto, Gambia, Gana, Guinea – Bissau, Guinea Conakry, Kenia, Mali, Marruecos, Mauritania, Mozambique, Níger, Senegal y Togo.

En el Asia Continental, las naciones de Bangladesh, China, Corea del Norte, Corea del Sur, Federación de Rusia, India, Israel, Mongolia, Nepal, Pakistán y Turquía.

Y en Oceanía y el Asia Oriental, los países de Nueva Zelanda, Australia,
Papúa – Nueva Guinea, Filipinas y Japón.

A lo largo de la marcha habrá foros, encuentros, festivales, conferencias y actividades culturales, deportivas, sociales, musicales, artísticas y educativas, que incentivarán la toma de conciencia de la población sobre la necesidad de erradicar la violencia.

Poco a poco, la humanidad, a veces dolorosamente, ha ido avanzando en la profundización y defensa de principios y valores que antes no eran tomados en cuenta, pero que tienen que ver con una vida digna para todos los seres del mundo.

Esos temas han sido los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas, los derechos de las mujeres, la defensa del medio ambiente, los derechos de los niños, el derecho al trabajo, la justicia social, las libertades civiles.

A todo ello ahora se suma ahora el derecho de los pueblos a vivir en paz, sin que su vida y seguridad se vea en peligro por el accionar de potencias que tratan de imponer sus intereses y puntos de vista por la vía de la presión o de la fuerza.

Para Bolivia, esta manifestación mundial a favor de la paz y la no violencia viene muy a cuento, si se considera la conspiración que está siendo investigada por las autoridades, y que trataba de desestabilizar Bolivia llevándola, por la vía de asesinatos y atentados terroristas, a una verdadera guerra civil.

Bolivia, pues, a través del gobierno y de todas las instituciones y organizaciones de la sociedad civil, deberá sumarse a plenitud a esta marcha mundial por la paz.